Por noventa años se ha fertilizado con la sangre de normalistas rurales el territorio Mexicano.
Mientras seguimos perdiendo la mayoría de los derechos conquistados por los trabajadores mexicanos del campo y la ciudad en más de un siglo de lucha contra el capital, como son: el derecho a la libre sindicalización, a la pensión y jubilación, a la plaza base, a la inamovilidad en el trabajo, entre otras, resurge la represión rabiosa en contra de los jóvenes estudiantes, tal y como ocurrió a finales de los años sesenta, durante la guerra sucia de los setenta y principios de los ochenta del siglo pasado.
La Revolución Mexicana (1910-1917) a pesar de su carácter burgués costó un millón de muertos la mayoría campesinos sin tierra y pobres de la ciudad, legó a este país derechos como en de la educación pública.
Un país convulso, al que le arrebataron las invasiones extranjeras parte de su identidad y más de dos millones de kilómetros cuadrados, particularmente las emprendidas por el imperialismo yanqui desde mediados del siglo XIX.
México a partir de los años veinte del siglo pasado era en su mayor parte rural, con un analfabetismo superior al 90 por ciento, no tuvo camino que impulsar la instrucción en todos los rincones del país para desarrollar la industria, las comunicaciones, el comercio y avanzar hacia la soberanía nacional; pero, no había suficientes maestros que llevaran las primeras letras a la niñez mexicana, así que a partir de 1924 fueron creadas en los estados de la república, escuelas técnicas, agrícolas campesinas y escuelas formadoras de docentes llamadas normales rurales con sistema becario, tipo internado en donde pudiesen estudiar los hijos de los obreros y campesinos.
Del conjunto de estudiantes que en 1935 había en las normales rurales principalmente, se creó la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, FECSM con la participación de más de 20 representaciones del país, entre las que se encontraban de las ubicadas en Tamatán, Tamaulipas; Ayotzinapa, Guerrero; El Mexe, Hidalgo; Roque, Guanajuato; Tenería Estado de México; Teteles, Puebla; Salaices, Chihuahua; San Marcos, Zacatecas, Tiripetío, Michoacán, entre otras.
Desde entonces, los normalistas rurales además de ejercer sus derechos como estudiantes, han apoyado las mejores causas del pueblo mexicano, la defensa integral del territorio, las tomas de tierras, las huelgas obreras, la defensa de la educación y la salud, sumándose a las luchas estudiantiles, entre las que destacan las del sangriento año de 1968, mismas que fueron el pretexto para que el gobierno priísta de Gustavo Díaz Ordaz, cerrara en 1969, más de la mitad quedando 15 normales rurales, a las cuales se le sumó en 1974 la normal rural “Emiliano Zapata” de Amilcingo, Morelos, producto de una larga lucha de los campesinos de la región.
Más de 90 años hace que los profesores y las profesoras egresados de las escuelas agrícolas campesinas, normales rurales y centros regionales de educación normal irrigan el suelo patrio con su sangre, a veces marchando al frente de levantamientos armados (Otilio Montaño, Arturo Gámiz García, Lucio Cabañas Barrientos, Genaro Vázquez Rojas, etc.), en otras, al frente de tomas de tierra y huelgas obreras, acompañando al pueblo en sus esperanzas, sueños y privaciones; pero la mayoría de las decenas de miles de sus egresados, lo han hecho de la humilde posición del salón de clase de una escuela rural. De ahí viene el odio de los malos gobiernos y los poderosos en contra de los normalistas rurales.
Por ello y como prueba del cariño y arrastre de los normalistas rurales, ahora el pueblo de Guerrero y de México se han volcado a favor de los estudiantes de la normal rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, a raíz del reciente asesinato de cuatro de ellos, uno de ellos fue desollado y le extirparon los ojos, hubo 17 heridos y la desaparición de 43 jóvenes normalistas el 26 de septiembre en Iguala, Guerrero.
Los directamente culpables son: José Luis Abarca Velázquez, y Felipe Flores Velázquez, presidente municipal de Iguala y secretario de seguridad pública así como el gobernador Ángel Aguirre Rivero. Esta masacre de Estado ha desatado la indignación general y merecido la condena nacional e internacional por lo que ya son señalados como responsables los gobiernos municipal de Iguala, estatal de Guerrero y nacional de Enrique Peña Nieto.
¡Castigo a los autores materiales e intelectuales de los asesinatos, las torturas y la desaparición forzada de 43 normalistas rurales en Iguala, Guerrero!
¡En defensa del normalismo y la educación pública!
¡Viva la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México!
Escuelas Normales Rurales que sobrevivieron a la masacre del dos de octubre de 1968 y una creada en 1974.*
1. Aguilera, Durango
2. Amilcingo, Morelos
3. Atequiza, Jalisco
4. Ayotzinapa, Guerrero
5. Cañada Honda, Aguascalientes
6. El Mexe, Hidalgo
7. El Quinto, Sonora
8. Hetcelchacan, Campeche
9. Mactumaczá, Chiapas
10. Panotla, Tlaxcala
11. San Marcos, Zacatecas
12. Saucillo, Chihuahua
13. Tamazulapan, Oaxaca
14. Tenería Estado de México
15. Teteles, Puebla
16. Tiripetío, Michoacán
*Los Centros Regionales de Educación Normal (CREN) se ubican en Iguala, Guerrero; Ciudad Guzmán, Jalisco; Aguascalientes; Bacalar, Quintana, Roo; entre otras.