Tengo en la cabeza la imagen de decenas de globos de cantolla que apenas alcanzaban los cinco metros de altura y descendían estrepitosamente, su choque contra el suelo era captado por cámaras en tierra y un dron que fácilmente se sostenía en el aire. También retengo en la memoria las miles de personas que entraban por 5 de mayo, contando del 1 hasta el 43, exigiendo justicia. Sin embargo y pese a los actos de civismo y solidaridad que en estas semanas han ocurrido, la verdad -ustedes lectores queridos disculparan que hable como si de fútbol se tratara-, nos están goleando. Somos el equipo colero de segunda regional, tenemos dos hombres expulsados, quizás injustamente, y ellos, el contrincante, son el Real Madrid, juegan en su cancha, tienen al árbitro de su parte y nosotros no somos héroes ni vamos a jugar el partido de nuestras vidas.
Eso es lo que advierto, la imagen de los globos de cantolla incapaces de levantar el vuelo durante la manifestación del 22 de octubre en el Zócalo de la Ciudad de México, es una metáfora del contexto nacional en el que nos desenvolvemos. Queremos presentarnos como sociedad civil organizada, pero no sabemos cómo. La cosa es que tampoco tenemos un tiempo fuera para prepararnos y planear la siguiente jugada, hay que ir respondiendo coyunturalmente, estamos desarmados -es decir que carecemos de ideas-.
Y bueno, queremos que encuentren a los 43 y que renuncie Enrique Peña.