Puede que estés exhausto y que la voz no dé para más, pero ahí sigues, caminando, gritando. Te comprometiste con ellos, con tu país, contigo: no puedes parar ahora. Los chavos te contagian de energía. Esa energía que te hace querer gastar hasta el último aliento en una consigna. En clamar justicia. Y aunque el grito es de júbilo da rabia. Y da tristeza.
Ciudad de México, noviembre 7 de 2014.- Murillo Karam salió hoy a mostrarnos las conjeturas a las que ha llegado leyendo la vasta bibliografía sobre los estudiantes secuestrados y desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa. Cuesta creer en su versión, que suponemos es la versión institucional. Cuesta creer, porque con el aparentemente formidable despliegue de recursos, la historia que nos ha venido a contar pudo haber sido supuesta por él mismo hace 35 o 40 días, desde su escritorio, sin ayuda de ninguna investigación. Su presencia ante las cámaras, solo nos transmite el engaño y la burla, ante el acto de horror del cual el Estado es el principal responsable.
Decía Videla, el dictador argentino, que cuando una persona estaba desaparecida no se podía hacer ni decir nada al respecto, no estaba ni muerta ni viva ni había crimen, estaba desaparecida y punto. Desde esta redacción nos vamos a quedar en que los estudiantes están desaparecidos y que por ello se puede y debe hacer todo, incluso detener un país y arengar las protestas y la indignación, así como la solidaridad. Su desaparición es un crimen que tiene que ser investigado, al contrario de Karam que parece quiere zanjarlo.
Desentrañar el crimen tendría que ser la principal consigna del presidente mexicano Enrique Peña Nieto, que debería estar encabezando las operaciones de búsqueda en Guerrero porque su dirigencia está en entredicho y la capacidad de gobernabilidad de todo su gabinete. Su táctica de invisibilizar la violencia que aqueja a la nación ha fallado en su afán de mostrarle al mundo que México es una nación que progresa.
Los familiares de los estudiantes secuestrados de Ayotzinapa se pronunciaron después de la rueda de prensa de Murillo Karam, para declarar que no aceptaban las declaraciones de éste, y que ante la incertidumbre la consigna sigue siendo que están vivos y deben ser encontrados.
Encontrar ha sido no solo una consigna sino un fundamento para la sociedad civil mexicana, encontrarse en esta articulación que sí, en efecto, responde a una coyuntura, pero que se ha convertido en un espacio de diálogo y confrontación para cuestionar la descomposición social que rige en el país. Si algo mueve ahora al México, no es un deporte ni un espectáculo, sino un secuestro, la desaparición, el posible asesinato -crimen contra la humanidad-, al que nos hemos visto enfrentados. Cualquiera de nosotros pude desaparecer y ser asesinado. Somos un lugar en donde pareciera que todos estamos enterrados.
A estas horas y desde las 8 de la noche, se lleva a cabo una manifestación en el Ángel de la Independencia convocada a través de las redes sociales. Hace un par de días José Luis Abarca, ex alcalde de Iguala, señalado como el responsable directo del secuestro de los estudiantes, fue detenido en la Ciudad de México, los diarios nacionales hicieron hincapié en su declaración de «estoy cansado de estarme escondiendo»; Murillo Karam hoy redundó en el cansancio primero con «ya estoy cansado de sus regaños», y después cuando terminó la rueda de prensa y dijo «ya me cansé». Entonces los ciudadanos volvieron Trending Topic #YaMeCanse en Twitter.
A diferencia de protestas sectoriales, es decir, que se atribuyen solo ciertos sectores de la sociedad, el crimen cometido en contra de Ayotzinapa, ha movilizado a todos los estratos mexicanos: «No te conozco pero nos necesitamos para hacer un mundo nuevo», es ahora uno de los sentimientos que imperan, reúnen y vinculan al ser colectivo, no solo en el país sino en la comunidad internacional que se cuestiona cómo puede pasar esto, cómo lo hemos permitido.
Fotografía cortesía, tomada de su twitter, de @nayaroldan
Texto: Redacción