Aquí en Nuevo León también nos desaparecen, también nos asesinan. Se piensa que “acá en el norte no pasa nada” que todo está bajo control, que Monterrey es la ciudad del trabajo, del progreso y de la seguridad.
Acá en el norte también sobrevivimos al dolor e indignación que nos acompañan todos los días, dolor que surge ante la guerra impuesta por los de arriba, los que nos gobiernan. Una guerra titulada “Guerra contra el Narco” que nos hace creer que vivimos en un cuento de los “buenitos y los malitos” y que el Estado solo hace su trabajo; pero que en realidad es una guerra que busca dividirnos, esclavizarnos, desaparecernos, matarnos. Si no es a balazos, matarnos de miedo para silenciarnos y así condenarnos al olvido. Una guerra contra todas y todos, que no perdona y no discrimina. Una guerra que ataca y prevalece, sin que haya justicia.
Para los que nos gobiernan y para los medios de comunicación comerciales han sido daños colaterales, para nosotr@s; nuestros amigos, nuestras compañeras, nuestras madres, nuestros hijos, nuestros hermanos, nuestros vecinos.
Pero ahora que sabemos que la justicia no puede venir de arriba, de los mismos que nos asesinan, unimos los corazones que laten fuerte para recorrer las calles y así demostrarnos al grito de ¡Ni un@ más! Porque no estamos solos y sí estamos hartos.
Ante la ineficiencia del Estado y la amenaza del olvido, familiares de personas desaparecidas también se organizaron conformando Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidxs de Nuevo León (FUNDENL). Familiares, en su mayoría madres, que nos han puesto la pauta sin quitar el dedo y el corazón del renglón, y que desde el 2012 nos han demostrado que nosotros podemos y debemos organizarnos, que los mundos nuevos se crean desde abajo. Desde ese año, algunxs nos sumamos a la búsqueda y a los actos solidarios. La conciencia colectiva entendía que no existen los casos aislados y que los desaparecidos nos faltan a todas y a todos.
Hablar de desapariciones forzadas era un tema difícil pues la estrategia de criminalización hacia la persona desaparecida lograba difuminar los gritos de búsqueda ¡¿Dónde están?!. Fue hasta el 26 de septiembre que Ayotzinapa puso el tema sobre la mesa de todos y todas en el país y como diría Lety Hidalgo, mamá de Roy Rivera, que lástima que fue una tragedia en donde nos quitaron a 43, la que nos hizo voltear a ver a los desaparecidos. ¿Dónde estábamos antes? ¿Cómo permitimos que pasara Ayotzinapa? ¿Cómo permitimos que nos desaparecieran a más de 26,000?
Desde ese día “la lucha también la hicimos nuestra”, dice Lulú, madre de Kristián Karim. Cada mes hemos tomado las calles, para recordarnos y recordarles que ¡No estamos tod@s, nos faltan 43! ¡Viv@s se l@s llevaron, viv@s l@s queremos! Y que nosotras y nosotros no nos cansamos.
Después de 4 meses de solidaridad, esta semana Monterrey recibió a dos estudiantes normalistas de Ayotzinapa que visitan la ciudad para compartir, hermanar corazones y platicarnos de viva voz la versión de los hechos. Ayer 29 de enero presenciamos y convivimos un acto que está escribiendo la otra historia de este país. El sur y el norte se miraron, se encontraron y se abrazaron. Alrededor de las 19:00 horas en la Plaza de la Víspera de la Transparencia o Plaza de los Desaparecidos, espacio que en el 2014 fue tomado por las y los familiares de FUNDENL para aguardar la llegada de nuestrxs desaparecidxs, los estudiantes de Ayotzinapa se hicieron presentes. En el nombre de la esperanza y la espera activa de verlos regresar, se colocaron 43 sillas blancas con los rostros de los compañeros normalistas, ocupando la calle a un costado del palacio de gobierno (Zaragoza, Mty centro). Los rostros se hermanaban con los más de 30 nombres colocados en la estructura transparente de la plaza, que desde hace poco más de un año se han ido colocando para no olvidar. Frente a las sillas, firmemente de pie se encontraban los familiares de FUNDENL y los dos estudiantes de Ayotzinapa.
El mensaje fue claro, contra el gobierno y por los desaparecidos.
Para recordarnos que la conciencia debe de ser colectiva y que sí alguien es lastimado en Nuevo León, Guerrero responderá y viceversa. Ambas partes se entregaron simbólicamente a sus desaparecidos apropiándose de cada una de las búsquedas. Fundenl entregó un bordado que encierra en 3 corazones la cifra 43, la cifra 26000 y la palabra México. Los estudiantes, entregaron fotografías de los 43 normalistas. Una vez más, como lo fue la madrugada del 1 de enero de 2015, en dónde el subcomandante Moisés (EZLN) dio un abrazo a cada uno de los familiares y estudiantes de Ayotzinapa, presenciamos esos abrazos que son muestras del encuentro de dignas rabias, sólo que ahora en otras geografías.
No podía faltar el pase de lista de nuestros desaparecidos en Nuevo León y de nuestros desaparecidos en Ayotzinapa, para que sus nombres retumbarán en nuestros oídos y corazones; al mismo tiempo que en una pared se proyectaban sus rostros, para también mirarlos y mirarnos. Antes de cerrar el evento con una invitación a micrófono abierto, para quién quisiera decir algunas palabras, se plantó un árbol, como recordatorio de la esperanza, pues “Quisieron enterrarnos, pero no sabían que éramos semillas”.
Se vienen días de mucho reflexionar, de acompañar, de resistir. Esta visita no puede ser ni será en vano, ahora compartimos más que un acto solidario.
Hay que estar atentos porque en el norte también hay dolor y digna rabia.
¡Fue el Estado!
¡Ayotzinapa y Nuevo León, un solo corazón!
Convergencia emergente de medios libres en Nuevo León