Los compañeros normalistas llevan 6 días en la ciudad de las montañas, en el dolido Monterrey, donde también hemos gritado “No estamos todos, nos faltan 43”, y donde el dolor y la digna rabia también vagan por las calles. Han sido días de mucha reflexión y de muchos encuentros. Primero, con los familiares de desaparecidos en Nuevo León, organizados en FUNDENL; posteriormente en reuniones con colectivos y con individuos e individuas, que sueñan y construyen otros mundos posibles; y de igual forma, con estudiantes de diferentes universidades del estado.
El día de hoy, lunes de asueto, nos concentramos en la plaza de Colegio Civil, para después hacer una brigada informativa. Eran las 4 de la tarde y la lluvia parecía ser insistente. La plaza se veía vacía, pues todxs buscaban resguardarse del frío que acompañaba la llovizna. Lento pero seguro, comenzaron a llegar personas que asistían a la concentración titulada “Ayotzinapa está en la casa”.
Entre mantas y paraguas, las personas congregadas se mantenían unidas para generar calor y fuerza. Pocos pero con los corazones dispuestos, escuchábamos al compañero que explicaba el recorrido para la brigada, mientras que otrxs compañerxs repartían los volantes y calcas que se entregarían a la gente.
Casi a las 5 de la tarde, partimos de Colegio Civil hacia las calles aledañas. Los puesteros, el Mesón Estrella, las calles Juárez, Morelos, Zuazua, y Washington, vieron caminar al contingente que gritaba los nombres de nuestrxs desaparecidxs y preguntaban “¿Dónde están?”.
- Ayotzinapa
- ¿Dónde están?
- Nuevo León
- ¿Dónde están?
- ¿Dónde están? ¿dónde están? Nuestros hijos ¿dónde están?
Mientras el contingente avanzaba, se repartían volantes informativos y dos calcas que preguntaban: ¿Qué te indigna o duele de México? Y Si tuvieras un desaparecido ¿Qué harías?, con la invitación a contestarlas, tomar un espacio público y pegarlas.
La gente nos miraba y con nuestra presencia decíamos “de norte a sur, de este a oeste, ganaremos esta lucha cueste lo que cueste”. La reflexión y las preguntas transgredieron las pláticas, el eco de nuestras voces se esparcieron y los compañeros normalistas de Ayotzinapa se encontraron con las calles regiomontanas.
Aún quedan días de encuentros, donde seguiremos mirándonos, sintiéndonos, soñando y organizándonos, para poder hacer frente a esta guerra.