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El secuestro de estudiantes normalistas en México

Una perspectiva interna

Por Luis Villanueva Rodríguez

Luis Villanueva, un partidario de Project YANO y maestro activista del sur de California, nos ofrece contexto y con ello un mejor entendimiento de los eventos que han sucedido en México. Él escribió este artículo en el viaje de autobús que hizo a la ciudad de México (el 26 de diciembre de 2014) donde asistió a una de las muchas protestas masivas en apoyo a los estudiantes desaparecidos.

Para muchos, el asesinato de tres estudiantes y la desaparición de otros cuarenta y tres de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, el pasado septiembre, ha sido doloroso y trágico. Mis sentimientos de indignación y desesperación, también son profundos porque yo fui educado en una de las escuelas hermanas de Ayotzinapa. Lo que muchos no saben es que este crimen fue perpetrado por el gobierno de México contra estudiantes con conciencia y que pronto se convertirían en maestros activistas. Estos normalistas son conocidos por sus pensamientos progresistas. Yo siempre he entendido mi papel como maestro activista y luchador social debido a la educación que recibí en estas escuelas. Hay importantes aspectos políticos e históricos sobre estos eventos de los cuales, mucha gente, dentro y fuera de México, no está informada.

Ayotzinapa, la escuela a la que estos estudiantes pertenecen, es parte vital de un histórico sistema de educación nacido de la Revolución Mexicana de 1910-1917. Debido al papel esencial desempeñado por los campesinos en la guerra, el nuevo gobierno desarrolló un plan para enfrentar la falta de educación en las comunidades rurales más pobres del país. Para tal efecto, se crearon internados de educación primaria, de secundaria y normal con el objeto de dar oportunidad a hijos de campesinos pobres. Y desde 1926, año en que se creó la primera escuela normal rural, miles de maestras y maestros se han graduado de estas instituciones. Y es aquí donde algunos de los ciudadanos más pobres del país aprenden sobre las injusticias de la sociedad. Después, y ya como maestras y maestros crean conciencia en las mismas comunidades de las que ellos salieron. Al convertirse en docentes activistas, se presentan como una amenaza para el gobierno que quiere mantener a las comunidades obedientes y sin cuestionar su desempeño.

Al visitar una escuela normal rural se ven los murales de figuras como la del Ché Guevara, Carlos Marx y Lucio Cabañas. Citas famosas cubren las paredes de los edificios. Uno de los pensamientos más comunes es una combinación de las filosofías educativas de Paulo Freire y del Ché Guevara: “No se puede ser maestro sin ser revolucionario” Esta idea está ante todo en la mente de la maestra y del maestro que se gradúa de estas escuelas y aunque algunos no siguen este principio en su totalidad, la mayoría trabaja en busca de un cambio social aunque en diferentes niveles.

Al graduarse de estas escuelas, los maestros van a las comunidades más alejadas y de difícil acceso por falta de caminos. Una vez establecidos, ella/él decide el grado de participación que quiera tener en los asuntos que afectan a las comunidades, que puede ser desde traer electricidad y agua potable a la comunidad hasta construir la propia escuela. O también se puede involucrar en asuntos más serios como la expropiación de tierras o la lucha por mejores salarios para los trabajadores. En el presente, las luchas se libran contra el neoliberalismo y la destrucción de los recursos naturales. Irónicamente, en el momento en que las grandes corporaciones estadounidenses se están adueñando de la producción agrícola en México, es preciso puntualizar que fueron precisamente las ideas de un educador y filósofo norteamericano, John Dewey, las que inspiraron, en las normales rurales, la pedagogía de que el verdadero aprendizaje sucede por medio de la acción, del hacer.

En los sesentas y setentas, México fue sacudido por el malestar social y las protestas populares. Miles de jóvenes molestos y esperanzados trataron de cambiar el corrupto sistema de gobierno. Y algunos de los más destacados líderes de este movimiento salieron de las escuelas normales rurales. Dos de los más famosos, pero no los únicos, Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, egresados de Ayotzinapa, la escuela al centro de los eventos actuales, también fueron matados por el gobierno. Ha habido otras tragedias en las que los estudiantes han sido secuestrados, torturados y asesinados. Esta es parte de la historia de México de la que el mundo tiene poco conocimiento.

A partir de los sesentas, el gobierno ha estado cerrando muchas de estas escuelas con el propósito de contener el descontento social. Actualmente, sólo la mitad de las 29 escuelas originales, continúan operando. La última que fue cerrada, El Mexe, estaba en el estado de Hidalgo, donde fue gobernador el actual Secretario de Gobernación. Otra, la de Mactumatzá, está en el estado de Chiapas, donde se asienta el movimiento zapatista. Es fácil conectar el cierre de esta escuela con la amenaza del bien organizado movimiento indígena.

¿Por qué la prensa estadounidense fue tan tardía en cubrir la tragedia de Ayotzinapa? Para empezar, porque el gobierno mexicano falsamente la presentó como otra masacre en la guerra contra las drogas. En segundo lugar, Estados Unidos siempre ha sido cómplice en atacar cualquier movimiento que remotamente parezca de izquierda, en América Latina. La participación secreta de la CIA en las guerras y movimiento de liberación en América Latina es indiscutible. EEUU siempre ha atacado a gobiernos independientes y populares al sur de sus fronteras.

Mientras las protestas continúan tanto México como en el extranjero, la más reciente evidencia implica en este crimen al propio gobierno. Desde el principio, el Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, quiso darle carpetazo a la investigación, conduciendo una investigación superficial y engañosa. Su reporte evitó investigar a las fuerzas armadas y concretamente al 27 Batallón de Infantería y la Policía Federal quienes, de acuerdo a mucha gente, fueron quienes cometieron el crimen. En el momento en que fue escrito este artículo, una investigación independiente ha podido desacreditar la versión del gobierno sobre lo que sucedió en Guerrero. Los padres de familia, continúan con la esperanza de encontrar a sus hijos con vida.

Cuando empecé a trabajar de maestro en California, fue una extensión natural de mi formación académica, trabajar con Project YANO. Mis estudiantes de bajos recursos económicos, estaban siendo acosados por los reclutadores militares y por los administradores racistas del distrito escolar de San Diego. Estoy orgulloso del activismo de mis estudiantes quienes han logrado modificar los reglamentos del distrito y son ellos mismos, quienes me inspiran mientras continúan haciendo oír sus voces y sus luchas en nuestras comunidades. Me enorgullece decir que la tradición del maestro normalista rural ha cruzado la frontera. “Maestro rural, orgullo nacional”, es una de las consignas que a coro dicen los miles de personas que han continuado protestando en la Ciudad de México los tres meses pasados.

Kidnapped Student Teachers in Mexico

An Inside Perspective

By Luis Villanueva Rodríguez

Luis Villanueva, an involved Project YANO supporter and activist Southern California teacher, gives understanding and background to recent events in México. He wrote this article while on a bus ride to and from México City, where he attended one of the many massive protests in support of the disappeared students.

For many, the September killings of three and disappearance of forty-three students from Ayotzinapa Rural Teachers College in the Mexican state of Guerrero has been profoundly painful and tragic. My feelings of outrage and despair are also deep because I was educated in one of Ayotzinapa’s sister schools. What many do not realize is that this crime was perpetuated by the Mexican government against students who had important social justice concerns and who were soon to become activist teachers. These rural teachers colleges are known for their progressive beliefs. I have always understood my role as a social justice teacher and community advocate because of my education at these schools. There are important political and historic aspects to the recent events that most people outside of México are not aware of.

The school these students came from, Ayotzinapa, is part of a vital and historic education system that was born out of the Mexican Revolution of 1910-1917. Because of the essential role that campesinos played in the success of the Revolution, the new government developed a plan to address the lack of education in the poorest rural communities all over Mexico. Government sponsored boarding schools were founded, for grades one through normal schools (teacher colleges). Originally separated into boys and girls campuses, hundreds of thousands of Mexico’s teachers have graduated from these schools. To this day, it is at these schools that the poorest citizens of México become well educated, learn of the inequalities and injustices in their society and develop into engaged, justice-seeking teachers. It then follows that these inspired teachers create awareness in their own impoverished students. This then becomes a threat to the government that seeks to keep its population passive and unquestioning.

If you visit any of these campuses today, you will see murals of figures such as Che Guevara, Karl Marx and Fidel Castro. Famous quotes cover the walls of the buildings. One of the most common of these is a combination of Che Guevara’s and Paulo Freire’s philosophies: “You cannot be a teacher without being a revolutionary.” This idea is foremost in the mind of the teacher who graduates from these schools, and even though some do not follow this principle fully, most do work for social change at different levels.

Upon graduation from the rural college, most teachers are sent to isolated communities that may take days to get to because of the lack of roads. Once a teacher becomes established, he/she decides the level of involvement desired in matters that affect the population. This may include trying to bringing electricity, running water or schoolrooms to the village. Or the work may center around more political issues, such as taking land back from a local landlord or organizing the workers to demand better wages for farm labor. Recent struggles address neoliberalism and the corporate exploitation of natural resources. Ironically, American corporations are now quickly taking over most agricultural production in México, yet it was the progressive American educator and philosopher, John Dewey, who inspired the rural normal schools to adopt the pedagogy that believes true learning happens through action and through doing.

In the sixties and seventies, Mexico was shaken by social unrest and forceful actions by its student population. Angry and hopeful young people tried to bring change to a corrupt system of government. Soon it became evident that many of the leaders of this movement came from the rural teachers colleges. Two of the most famous leaders, Lucio Cabañas and Genaro Vázquez, were students at the same Ayotzinapa campus where the recent event occurred and they were also killed by the government. There have been other similar tragedies over the years where students have been kidnapped, tortured, imprisoned and killed. It is a part of Mexican history that the world has little knowledge of.

Since the unrest of the sixties, the government has been closing many of the rural normal schools in an attempt to stop social unrest. Currently, only half of the original 29 schools continue to function. The most recently closed was El Mexe, in the state of Hidalgo…interestingly the state where the current Secretary of the Interior, who is heading the investigation of the Ayotzinapa crime, was governor. Another school, Mactumatzá, which is about to close, is located in the state of Chiapas, home to the Zapatista movement. It is easy to connect the closure in Chiapas to the threat of the well-organized indigenous movement.

Why was US news media so slow to cover the tragedy at Ayotzinapa? For one, the Mexican government was quick to falsely paint it as just another drug war massacre. Secondly, the U.S. is always complicit in anything that looks remotely related to a leftist social movement in Latin America. The secret CIA participation in Latin American wars and social movements is indisputable. The U.S. always supports “democratic” (or anti-socialist) neighbors and governments to the south.

As protests continue all over México and internationally, new evidence indicates that the federal government was indeed involved in this event. From the beginning, Secretary of the Interior, Jesús Murillo Karam, wanted a quick, shallow and misleading investigation. His report avoided any meaningful examination of the military and the federal police, who many believe were the true perpetrators of the crime. At the time of this article, independent investigators have been able to disprove all government versions of what happened. The parents continue to hope that their children are alive.

When I became a teacher in California, it was a natural extension of my background to get involved in Project YANO. My low income students were being exploited by JROTC, military recruiters and racist school administrators. I am proud of what my students have done to affect policy changes in San Diego City Schools and I am inspired by them as they continue to voice their concerns in their communities. I am glad that the Mexican rural teacher tradition has crossed the border. “Maestro rural, orgullo nacional” (“Rural teacher, pride of the nation”) is one of the chants by hundreds of thousands who have protested in México City for the past three months.

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