Descanse en libertad Hugo ‘Yogui’ Pinell, apuñalado en un motín en la prisión New Folsom, California, el 12 de agosto de 2015. Aunque los informes en la prensa comercial son contradictorios, parece que la versión más común es que Yogui fue apuñalado por otro preso y eso es lo que empezó el motín. A continuación pongo un capítulo del fanzin “Agosto Negro” sobre este preso político, compañero de George Jackson.
HUGO DAHARIKI PINELL DE “LOS 6 DE SAN QUINTÍN”
Hugo Dahariki Pinell, conocido como “el oso Yogui”, llegó a Los Ángeles a la edad de 12 desde un pequeño pueblo en la costa oriental de Nicaragua. En un ensayo escrito en el 2006, Mumia Abu-Jamal pregunta: “De haber sabido del infierno que enfrentaría en Estados Unidos, ¿hubiera venido?”
Yogui ha estado en prisión desde 1964, cuando fue acusado de violar a una mujer blanca. Se entregó a las autoridades porque quería demostrar su inocencia, pero el Ministerio Público y el Juez convencieron a su mamá que él sería condenado a muerte al no declararse culpable. Cuando le prometieron que saldría bajo libertad condicional después de seis meses, Yogui tomó la decisión de declararse culpable, sólo para encontrar que tenía una sentencia indeterminada que iba desde 3 años a vida. Mumia cita la aplicación de las sentencias indeterminadas como uno de los factores principales, junto con el sistema disfuncional de libertad condicional, por la tremenda explosión de la población carcelaria en California. http://www.hugopinell.org/Mumia-On-Yogi.htm
El día que George Jackson fue asesinado, el 21 de agosto de 1971, Hugo Pinell era uno de los 26 presos negros y latinos que se rebelaron contra las condiciones de muerte y poder blanco en el penal de San Quintín. Encontrado culpable de agresiones y lesiones en el juicio de “los 6 de San Quintín”, fue condenado a cadena perpetua. Desde entonces ha pasado 44 años (50 total) en prisión, la mayoría en aislamiento total y 20 de ellos en el notorio penal de la Bahía del Pelícano (Pelican Bay)
En los penales de San Quintín y Soledad, Yogui había conocido a George Jackson y W. L. Nolen, y con ellos empezó a estudiar y organizar a los presos contra la constante violencia institucional que sufrían. A pesar del racismo abierto y hostil de la mayoría de los presos blancos, en ciertas ocasiones organizaron no sólo a los negros sino también a los mexicanos y los blancos a resistir la mala comida y otras malas condiciones.
En una carta que Yogui escribió en 1969, dice que al llegar a la unidad de máxima seguridad en Soledad, no pudo creer los insultos raciales constantes de muchos presos blancos y de los guardias. Por lo regular él y sus compañeros intentaron ignorarlos pero a veces tenían que responder al hostigamiento:
“Un reo negro llamado Meneweather me dijo que la policía había atacado a W.L. Nolen mientras estaba esposado y que lo habían llevado a la sección de aislamiento. Bueno, esto era demasiado para aceptar, y por eso, otro preso negro, Edwards, Meneweather y yo protestamos de una manera que ellos podían entender; echamos un líquido encima del oficial D porque él había provocado el ataque contra W.L. Nolen. Nosotros no teníamos ninguna manera de defendernos. Nadie sabía que pasaba ahí, por eso lo único que nos quedaba era protegernos el uno al otro. Ellos regresaron y echaron gases lacrimógenos en nuestras celdas hasta que casi morimos, en serio… Me esposaron y me arrastraron al otro lado, desnudo… W.L. Nolen les caía mal a todos los oficiales…El lunes 12 de enero… tuve que ir a Sacramento para una audiencia…y al regresar con unos amigos, escuchamos en las noticias que habían matado a tres reos en Soledad durante un pleito en el patio. ¡Carajo! De alguna manera supe a cuál patio se referían porque me caí al suelo y lloré…Al regresar el otro día el aire olía a muerte. El pasillo era como una tumba. Me pusieron en la celda donde antes vivía mi amigo W.L. Nolen. Pregunté a unos de los presos negros qué es lo que había pasado y dijeron que W.L. Nolen, Cleveland Edwards y Alvin Milller fueron baleados desde arriba como patos en un estanque”. http://www.hugopinell.org/1969-letter.htm
Dice: “Lo que aprendí de W. L. Nolen es que ellos no pueden tomar control de cómo vives tu vida. Por eso, cuando intentan provocarme y hacerme enojar, convierto mi enojo en amor”.
Después de asesinar a George Jackson, las autoridades apagaron la sublevación en el penal de San Quintín y escogieron a seis presos para enjuiciar por las muertes de tres guardias y dos presos blancos: Hugo Pinell, Johnny Spain, Willie Sundiata Tate, Luis (Bato) Talamantez, David Johnson y Fleeta Drumgo. Se conocían como “los 6 de San Quintín”. En su juicio de 18 meses, el más largo jamás realizado en California, los presos fueron presentados como bestias salvajes. Cada día los llevaron a la sala del tribunal en cadenas. Alrededor del cuello de cada uno fue colocado un collar de perro del cual se extendían cadenas colocadas en las manos, la cintura y los pies. Las cadenas de cada preso pesaban 14 kilos. Mientras caminaban, un escolta llevaba otra cadena conectada al collar de perro. En la sala, cada quien fue encadenado a su silla ––así garantizando su derecho a un juicio imparcial.
Al final, Willie Sundiata Tate, Luis Talamantez y Fleeta Drumgo fueron absueltos; Johnny Spain fue encontrado culpable de homicidio y David Johnson y Hugo Pinell de agresión y lesiones. Desde entonces, Johnny Spain y David Johnson han logrado salir, pero Yogui sigue en prisión. Es conocido no sólo por no doblegarse ante la violencia del sistema, sino por apoyar a los demás presos.
En una entrevista colectiva para el programa Prison Focus en KBOO Radio el 15 de junio de 2006, Kiilu Nyasha dice que ella le entrevistó al Pantera Negra Gerónimo ji Jaga cuando salió de prisión después de pasar 27 años ahí y que él habló de Yogui. Se habían conocido en los penales de California. Dijo que “Yogui podría estar en el patio y si un hermano, hasta alguien que él no conocía, estaba siendo atacado por un guardia, Yogui iba a su defensa, para luego ser castigado con el aislamiento”.
Cuando construyeron la unidad de seguridad supermax (SHU, por sus siglas en inglés) dentro del penal estatal de la Bahía del Pelícano en 1989, Yogui era uno de los primeros presos encerrados ahí. El SHU es un verdadero centro de tortura, un bloque de concreto sin ventanas, en efecto una tumba. Los presos nunca ven la luz de día. El aislamiento es casi total, como es el caso en casi todos los SHUs que se han proliferado en el país. Los guardias monitorean a los presos a través de cámaras de video y se comunican con ellos a través de bocinas. Los presos reciben pocas visitas, y éstas sin contacto físico a través de un plexiglás en una cabina. Les dan una hora diario entresemana para tomar ejercicio en una jaula. Antes y después de ir en cadenas a la “jaula de perros” o a la cabina de visitas, escoltado por dos guardias, los presos están desnudados y sujetos a una revisión total del cuerpo, incluso de todas las cavidades –un ejercicio en la humillación que no tiene nada que ver con la seguridad. Si un preso comete una “infracción” a las reglas, que puede ser algo tan sencillo como quejarse por una cucaracha en la sopa, está sujetado a un proceso conocido como “extracción de celda”, en el cual un equipo de guardias entra en la celda, paralizando al preso con un taser, golpeándolo, encadenándolo, golpeándolo de nuevo y dejándolo encadenado durante horas en el pasillo o en una celda. La violencia de los guardias en el penal de la Bahía del Pelícano es notoria.
Para Yogui, hasta las llamadas telefónicas han sido prohibidas. También le niegan su dieta vegetariana pero él la sigue en la medida que sea posible, toma mucho ejercicio y a pesar de la tortura que le imponen cada día, cada noche, cada hora, cada minuto de su vida, se mantiene fuerte física, política y espiritualmente.
Después de pasar 25 años en el SHU de Pelican Bay, el 8 de enero de 2014 se reportó que Hugo Yogui Pinell fue trasladado a una SHU ubicada en la prisión en Represa, California, también conocida como New Folsom, donde su situación es un poco menos represiva. Las celdas tienen ventanas, existe la posibilidad de que lo permitan jugar basquetbol y rebote y convivir un poco con otros presos. Está a solo unas horas de San Francisco, lo que hace posible visitas más frecuentes de su mamá y su familia. No ha tenido una visita de contacto humano desde 1970, excepto por 15 minutos cuando se casó con su amor, Shirley, quien recientemente murió. El 8 de febrero, por la primera vez en más de 40 años, pudo hacer una llamada telefónica a su hermana, con quien tuvo una emotiva reunión. El 2 de mayo de 2014 le negaron su derecho a la libertad provisional por la enésima vez.
A Yogui, no le cabe la menor duda de que la intención de los guardias y del sistema penal es quebrantarlo. Pero afirma que pase lo que pase, esto nunca va a suceder.
En la entrevista colectiva para Prison Focus, el abogado Gordon Kaupp afirmó que “Yogui es uno de los hombres que defendía a todos y el Departamento de Correcciones no se ha olvidado de eso. Aunque ha habido un cambio de personal, la memoria institucional queda igual. Y él sigue siendo una figura clave. Él me dijo que los viejos guardias de San Quintín pasaron por su celda en una gira. Se habían juntado para hacer el largo viaje a la Bahía del Pelícano para verlo porque los guardias ahí les dijeron que le habían quebrantado su espíritu. Al verlos Yogui sonrió y les dijo: ‘Ah sí, me acuerdo de ustedes’. Ellos inmediatamente dejaron de sonreír y quedaron con el ceño fruncido”.
Dice Yogui: “Es cierto que he sido bendecido. He tenido experiencias gratificantes. He conocido a gente magnífica, gente especial y he vivido momentos fantásticos, y todo esto es cierto, pero también he deseado desesperadamente el contacto humano y me hace falta. He trabajado muy duro para vivir tan positivamente y tan humanamente que sea posible, hasta extendiendo mi imaginación y fantaseando para lograr una medida de realización humana y no ser tan afectado por el dolor, pero es muy difícil”.
Pregunta: “¿Dónde está la revolución? ¿Debo seguir pensando que el pueblo me liberará?”