Por Tlachinollan
28 de septiembre de 2015.- Dispuestos a enfrentar los grandes retos que se avecinan ante la postura inflexible del presidente de la república, de no dar marcha atrás a su verdad histórica, uno de los 43 padres de familia con gran tino dijo “el presidente lo que quiere es un pleito internacional”. El hecho de que el ejecutivo federal no haya querido reconocer de manera autocrítica las graves fallas de la investigación y el gran montaje realizado por la Procuraduría General de la República (PGR) sobre el basurero de Cocula, para los padres y madres de familia les quedó claro que los principales obstáculos que enfrentan para esclarecer los hechos y llegar a la verdad, están dentro del aparato gubernamental.
El mismo presidente no se cansó de repetir en la reunión del 24, que era el más interesado en “conocer la verdad de los hechos”, sin embargo, no dio respuesta a los cuestionamientos que le hicieron sobre las malas actuaciones del ex procurador Jesús Murillo y del director de la agencia de investigación criminal Tomás Cerón. Tampoco se comprometió a incorporar el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la CIDH, dentro de la averiguación previa, más bien, le quitó su valor científico y catalogó los resultados de la investigación como meras hipótesis.
Los papás y mamás no daban crédito a lo que estaban escuchando del presidente. Percibían en su mismo lenguaje acartonado que no estaba atendiendo sus planteamientos. Las tarjetas que le enviaba Humberto Castillejos, el consejero jurídico de la presidencia de la república, eran para que se mantuviera en una postura hermética, que no lo comprometiera a hacer algo que antes no había dicho. Su reiterado “yo estoy de su lado”, fue para los papás y mamás una frase hueca que más bien generó malestar y coraje. No fue casual que algunos padres y madres dejaran de lado el documento que contenía los seis puntos y que les servía de guía para expresar sus propuestas, para lanzarse con fuerza increpando la actitud del ejecutivo, para cuestionar su falta de compromiso con las víctimas y el desinterés que mostraba al evadir respuestas concretas.
Uno de los papás manifestó que se sentía defraudado por no valorar el informe de los expertos como una investigación científica y por no haber cumplido con nueve de los diez puntos de la minuta anterior. Le reiteraron que no confiaban en su palabra y aclararon que estaban reunidos no porque gustosamente quisieran hacerlo, sino por la necesidad y la desesperación de no saber nada de sus hijos. Por lo mismo, este encuentro, no era para seguir escuchando datos muy trillados, que nada les dicen sobre sus hijos, como el número de personas detenidas o el número de tomos del expediente.
La reunión era para asumir en primer término el informe de los expertos y expertas, que en ese mismo evento entregaron formalmente. El presidente solo reconoció la importancia de su trabajo y remarcó que era la primera vez en la historia de nuestro país que el gobierno de México aceptaba la presencia de expertos internacionales para recibir asistencia técnica.
El enojo subía de tono, porque ya había preguntas directas que pedían que el presidente contestara ¿los policías para quién trabajan? ¿Para la delincuencia o para defender a la población?
¿Usted qué haría si a su hijo lo desaparecieran?¿Estaría tranquilo si después de un año siguiera desaparecido? La tensión llegó a su punto culminante y el riesgo de que la reunión se saliera de control era inminente. Los papás y mamás, al no encontrar eco a sus planteamientos y ante un discurso vacuo y reiterado, se disponían a tomar el micrófono para que afloraran sus reclamos más sentidos, sobre todo los relacionados con las mentiras de la indagatoria; con el respaldo presidencial que pedía que superaran la página del dolor y por la acción premeditada de preferir informar a los medios de comunicación algunos resultados de la investigación antes que a las víctimas.
La intervención oportuna de la experta Ángela Buitrago ayudó a calmar los ánimos de los familiares y a dejar que el presidente pudiera concluir su intervención. El final estuvo marcado por un “buenas tardes” tajante por parte del secretario de gobernación siendo la señal precisa para que todos los funcionarios se levantaran de sus asientos y rodearan al presidente. No les importó que los padres y madres quedaran a sus espaldas. Como siempre, quedaron fuera de escena, en el olvido.
Por eso, al llegar a la puerta de salida fueron maltratados por miembros del estado mayor presidencial. Los códigos no escritos de la irracionalidad del poder indican que nadie de la gente de huaraches y sombreros puede salir de un recinto hasta que el presidente se retire con sus escoltas. Este trato indigno obligó a que los abogados forcejearan con los guaruras para abrir por la fuerza el paso a los familiares. No podía faltar esta escena intimidatoria de quienes trabajan para acallar a la población que protesta e increpa al jefe supremo.
Esta lamentable situación sirvió a los padres y madres para llegar con más bríos a este primer aniversario de la desaparición de sus hijos. La tarde del veinticinco, después del ayuno fue un momento oportuno para evaluar la reunión con el presidente y para repensar qué estrategias implementar para esta nueva etapa que se avizora alentadora en el plano de la organización ciudadana, que está ávida de involucrarse en un movimiento nacional que haga cimbrar este poder desvencijado, coludido con el crimen organizado.
La posición asumida del presidente de la República ante los papás y mamás de los estudiantes de Ayotzinapa es un mal mensaje para la sociedad mexicana, porque muestra un empecinamiento atroz cuyo fin funesto es mantener intocados los sistemas de seguridad y justicia del estado. No hay interés por extirpar los intereses de la macrodelincuencia que se han anclado en los tres niveles de gobierno y que se han infiltrado en las corporaciones policiacas, en el ejército y la marina.
Las claves de cómo opera esta macrodelincuencia al interior de las estructuras del estado se delinean muy claramente en el informe de los expertos. Esta investigación rigurosa no es producto de una elucubración académica sino de una realidad que nos desangra, de un estilo de gobierno mafioso que ha desquiciado a la sociedad y ha colocado contra la pared a una población inerme, siendo ahora rehenes de la criminalidad institucionalizada.
La llegada de los padres y madres este sábado a mediodía a la altura de los Pinos vino a ser el punto de encuentro de una sociedad que está dispuesta a caminar con ellos por las avenidas y por una nueva ruta política para desenmascarar ese pacto de impunidad que mantiene el gobierno con el crimen organizado.
Desde el poder que se construye con las bases de la sociedad se tiene que empujar con todo para obligar a que el ejecutivo federal acate en su integridad el informe de los expertos y tome muy en serio las seis propuestas planteadas por los padres y madres de familia que requiere que se de un golpe de timón a las investigaciones y luchar dentro del mismo aparato de gobierno contra todos los personajes siniestros acostumbrados a fabricar culpables y a armar montajes para consumo televisivo.
La gran valla humana de toda la avenida reforma que cobijaron a los padres y madres de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, acompañados con la amplia y diversa participación de contingentes que colmaron todo el trayecto del metro auditorio hasta palacio nacional, demuestra no solo la enorme simpatía por la lucha inquebrantable de los 43, sino que representan un emblema que convoca y moviliza a vastos sectores de la población que han encontrado la causa que nos une para contener la embestida delincuencial del poder político y romper este muro de impunidad que sigue protegiendo a los perpetradores y propiciando que la violencia se enseñoree con las fuerzas represivas del estado y el poder factico de la macrodelincuencia.
Si la inercia del poder presidencial sigue aferrado en obstaculizar que la investigación de los expertos se catalogue como simples hipótesis, serán las instancias internacionales las que tendrán que jugar un papel determinante en esta grave crisis de derechos humanos que estamos enfrentando como país. La presencia de los expertos internacionales ha sido fundamental para agrietar esta verdad histórica, por eso el rol que han sabido desempeñar será determinante para alcanzar verdad y justicia. Bien dice los padres que el presidente quiere un pleito internacional.