- El docudrama “La noche de Iguala”, una mentira injuriosa contra la memoria de Julio César Mondragón
- Le exigimos al señor Menéndez que deje de mentir
Luego de un año de la tragedia, nadie cree la versión del gobierno sobre lo sucedido, ni dentro ni fuera de México. Organismos internacionales de derechos humanos y la sociedad civil del mundo entero saben que lo que dice el gobierno es una mentira histórica y que éste tiene responsabilidad en lo sucedido por acción y por omisión. Todos los elementos de la versión de la PGR (la hoguera en el basurero de Cocula) se han venido abajo. En cambio, se ha comprobado el conocimiento, participación, y coordinación (a través del C4) de fuerzas locales y federales en el ataque a los normalistas. También ha quedado claro que han ocultado información, especialmente lo referente al quinto camión.
Tal es la desesperación del gobierno peñista por imponer su mentira histórica que han decidido echar a andar todo su aparato propagandístico como pocas veces para enlodar la memoria de los caídos, culparlos de su propia muerte o desaparición y para exculpar al gobierno federal y las fuerzas armadas. Como en todo buen régimen dictatorial, el gobierno peñista recurre al cine para confundir a la gente.
Aunque el señor Fernández Menéndez diga que no se apega a la versión de la PGR, sigue el guion oficial, sobre todo en los siguientes puntos:
1. Insiste en que se trató de un problema puramente local, que el ataque a los normalistas solamente lo realizaron sicarios y policías locales. Decenas de testimonios de testigos y sobrevivientes y las investigaciones serias y profesionales del GIEI han demostrado la participación de la policía estatal y federal y que el ejército estaba al tanto de lo sucedido y en lugar de brindar seguridad a los ciudadanos, como es su deber, se dedicó a intimidar a los normalistas que se refugiaron en un hospital privado y a impedir que uno de ellos, gravemente herido, recibiera atención médica. El gobierno federal, por acción y omisión, también es responsable y el señor Fernández Menéndez trata de ocultarlo.
2. Insiste en que algunos de los normalistas y el director de la normal eran miembros de alguna banda del crimen organizado y, con ello, intenta culparlos de su propia muerte y desaparición, con ello intenta instalar en la gente la idea de que “la debían”, “se lo merecían”, “se lo buscaron”. Este es el modo de actuar del gobierno, en lugar de procurar justicia, difunde la idea de que la gente que es ejecutada o desaparecida andaba metida en algo oscuro y lo mejor es no escarbar en el asunto. Esa idea que este panfleto fílmico promueve es la mejor garantía de la impunidad.
Aparte de criminalizar y culpar de su propia muerte o desaparición a los normalistas, al afirmar que algunos pertenecían a algún cartel, “La noche de Iguala” pretende dividir a los normalistas y a las familias de las víctimas, sembrar entre ellos la desconfianza para que se culpen unos a otros de lo sucedido y dejen de señalar al verdadero responsable, el narco Estado.
Particularmente dice, sin citar ninguna fuente ni prueba, que la banda de “Los rojos” se había infiltrado en la normal, que Julio César Mondragón era uno de sus jefes y que por ello le dieron muerte de manera tan atroz. Acepta que ninguna autoridad ha confirmado esa versión, pero él siembra la duda y le da vida a esos infundios. Julio César era originario de la región de Tecomatlán, Estado México y no llevaba más de tres meses en Guerrero cuando sucedió la tragedia. Anteriormente solamente había estado en Tixtla para cursar el propedéutico de ingreso a la normal. Por tanto es imposible que fuera miembro y mucho menos jefe de uno de los cárteles de la droga que se disputa el territorio de Guerrero.
El mercenario de la pluma que es Fernández Menéndez no se detiene a pensar que Julio tenía esposa y una hija aún lactante, que con afirmaciones taimadas como esa las pone en riesgo y ofende la memoria de un padre. Utiliza sin ninguna autorización fotografías de Julio con Marisa Mendoza, su viuda, pero nunca la buscó, nunca se entrevistó con las víctimas ni recogió su testimonio.
Le exigimos al señor Menéndez que deje de mentir, que tenga el mínimo respeto por Julio y deje de manchar su memoria. Julio César era un joven padre trabajador, estudioso y deportista, de ello pueden dar testimonio decenas de personas.
Ante la justificada indignación de la sociedad que ha sido solidaria con nuestra causa y las críticas de periodistas y cineastas serios, el señor Fernández Menéndez quiere hacerse la víctima, ahora dice que su documental es “censurado”. Mayor cinismo no es posible. Quienes han censurado sistemáticamente las voces de las víctimas son periodistas a sueldo como él, los grandes medios de comunicación y sus dueños y el gobierno. ¿Con qué poder los humildes familiares de las víctimas podríamos censurar un documental que cuenta con la promoción de varias cadenas de cines, periódicos y radios en todo el país?
El señor Fernández Menéndez se queja de censura y en su panfleto no les dio ni un minuto de espacio a los familiares de los 43 y de los caídos, ni a los sobrevivientes, ni a los defensores de derechos humanos que los acompañan y asisten. Dice que el rechazo que su documental ha provocado se debe a que éste presenta una “verdad incómoda”. De ninguna manera es así. El rechazo, indignación y rabia que despiertan su documental se debe a que es una mentira injuriosa.
Sabemos que los responsables de la tragedia seguirán difundiendo mentiras con todos los medios a su disposición pero tenemos la confianza en que el pueblo ya no les cree, que ha abierto los ojos, que no se puede tapar el sol con un dedo y que pronto saldrá a la luz toda la verdad.
En suma, sobre “La noche de Iguala” Marissa Mendoza, viuda de Julio, señala que:
“los estudiantes no pertenecen a ningún grupo delictivo y Julio César Mondragón no era, ni fue el líder de los rojos como se menciona ahí y la duda que ahí sembraron la descarto totalmente, porque si así fuera él no se hubiese incorporado a la normal y hubiese utilizado los recursos para estudiar en otra escuela. Él siempre fue una persona humilde, sincera y que luchaba por sus ideales.”
“Con lo que les comparto quiero que quede claro que Julio fue un padre que por dos meses no pudo disfrutar de su hija, debido a que él se encontraba en la normal como alumno de nuevo ingreso y eso ocasionó que se alejara de su familia e incorporarse a la normal para lograr ser un maestro rural, y no un líder de algún grupo criminal.”
“Por otra parte, me da una profunda tristeza que den por hecho la muerte de los 43 estudiantes, forzando a que aceptemos la “verdad histórica” y que desistamos de buscarlos con vida.”
¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
¡Verdad, justicia y memoria para los caídos!
Familiares de Julio César Mondragón Fontes
Colectivo El Rostro de Julio
18 de octubre de 2015