por Mumia Abu-Jamal
Las elecciones primarias se han terminado en Estados Unidos y las elecciones generales comienzan de nuevo.
Y ¡voila! Un billonario se enfrenta a una millonaria. La batalla Trump vs Clinton, que he descrito como el sucio vs la astucia, es un concurso entre primo y prima, porque gane quien gane, según el viejo adagio de los jugadores, “La casa nunca pierde”.
¿Cuál casa? La casa del capital.
En el texto clásico del Manifiesto Comunista, Carlos Marx y Federíco Engels empiezan su obra con una percepción extraordinaria. El Estado, argumentan, es sólo un comité para manejar los asuntos de la burguesía entera.
Al observar la sociedad en el siglo diecinueve, los autores consideraban la clase política simplemente como un instrumento de la clase dominante –los capitalistas.
¿Cómo verían ellos a Donald Trump, un político billonario? ¿O a Hillary Clinton, una multi-millonaria? Estarían rascándose la cabeza con asombro.
Anteriormente, la burguesía – una elegante palabra francesa para la rica clase capitalista– compraba a sus políticos, o por lo menos los alquilaban.
Ahora han eliminado a los intermediarios. Toman el poder en su propio nombre.
Y si tú crees que a los billonarios o los millonarios les importa la gente trabajadora o pobre, pues tengo un puente en Brooklyn que te quiero vender—barato.
Ésta es una elección, y gane quien gane, el capital gana el premio.
Desde la nación encarcelada soy Mumia Abu-Jamal.