Tomado de: Avispa Midia
Por Renata Bessi y Santiago Navarro F
Era “el día Q´anil, el de la semilla, el momento de sembrar”, dijo Antonio Gonzales, indígena maya de Guatemala. Entonces era el primer día del II Encuentro Internacional Economía Campesina y Agroecología en América: Soberanía alimentaría, cambio climático y tecnologías agroecológicas, en Chapingo, estado de México. Era el tiempo de las voces del sur y para el sur.
Estudiantes, campesinos de diversas organizaciones, académicos e investigadores locales y de países como Venezuela, India, Brasil y Guatemala llegaron a la Universidad Autónoma de Chapingo en busca de esa semilla, la del conocimiento, la semilla de las alternativas. Se olvidaron los perfiles de cada quien al meter las manos a la tierra, mientras el agrónomo brasileño Sebastiao Pinheiro les impartía un taller practico y, al mismo tiempo, hablaba de los daños colaterales posterior a la 2ª Guerra Mundial, donde dio inicio la Revolución Verde, el modelo que se ha basado en el monocultivo, la tecnificación y la aceleración de los ciclos naturales de la agricultura para obtener mayor producción en menos tiempo. “Desde la segunda guerra mundial, hasta el día de hoy, más de mil millones de vidas ha cobrado esta guerra, seguidos en el año 1930 con los insumos químicos utilizados en la agricultura y la matriz tecnológica impuesta para los pueblos”, señaló Pinheiro.
En Chapingo había una gran fiesta del conocimiento y del intercambio de saberes, reflexiones y autocriticas, aunque la fiesta era en torno a una de las especialidades más nuevas en esta institución, la ingeniería en Agroecología, que apenas celebraba sus 25 años. “Somos contracorriente en esta institución por su significado con su modelo obsoleto de revolución verde y por eso decidimos hacer este evento en esta institución, para que nos escuchen”, dijo Nelson Montoya, director del Departamento de Agroecología en Chapingo.
Por lo que resta de esta universidad, había poco interés por estudiantes y profesores de otras especialidades, tal vez porque aun esta vivo el lema de su institución, Enseñar la explotación de la tierra y no la del hombre. “Estamos en una universidad donde se están formando los principales ingenieros de la agronomía mexicana, pero por desgracia, aun continua el lema de esta universidad, enseñar la explotación de la madre tierra”, explicó Víctor Toledo, del instituto de ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Esta universidad fue y ha sido uno de los cuarteles y laboratorios donde se han disciplinado y formado a los principales soldados y promotores de la colonización de la industria alimentaría en México, con paquetes tecnológicos dictados por las empresas translaciones de semillas y agroquímicos. “Las universidades siempre han formado técnicos para las grandes corporaciones mundiales de la industria alimentaría que siempre han tenido el interés de tener el control monopólico de los alimentos y, en ese sentido, también el control de nuestras vidas. Pero en México existe sabiduría en los pueblos que hay que conocer y respetar, es el biopoder campesino ”, puntualiza Pinheiro.
Co-evolución del maíz y la cultura
La universidad de Chapingo esta ubicada en las faldas de la gran montaña donde estaba ubicado el dios Azteca de la lluvia, Tláloc, conocido como “el proveedor” porque en su poder estaba la producción de lluvia que hacía crecer el maíz. Ahí también están los baños y jardines del rey poeta Netzahualcóyotl. El lago de Texcoco fue donde se fundó la gran ciudad de Tenochtitlan con avanzados complejos de sistemas de riego y de cultivos flotantes llamados chinampas, destruidos durante la colonización europea. “Aquí siempre fue un centro del conocimiento”, puntualiza Pinheiro.
“ La ciencia es una creación de los últimos 300 años y la especie humana tiene 200 mil años y la pregunta es ¿hubo o no hubo conocimiento previo a la ciencia? Claro que si hubo conocimiento y que justamente este conocimiento fue el que permitió realizar la agricultura tradicional. Este conocimiento no puede ser negado por una ciencia que sufre de Alzheimer en México. La agricultura maya tiene 3 mil años de antigüedad en Yucatán y se descubrió polen de maíz de hace 3500 años en el lago de Pátzcuaro en Michoacán. En México existe la agricultura desde hace 7 mil o 9 mil años,” sostiene Víctor Toledo coautor del libro “La Memoria Biocultural”.
A la llegada de los europeos habían alrededor de 150 lenguas principales en México y de estas quedaron “60 o 65 lenguas y junto a esto hoy existen cerca de 69 razas de maíz ”, dijó Toledo, quien hizo un comparación de la evolución de la agricultura con las diversas lenguas existentes hasta el día de hoy . “Estamos frente a un fenómeno biocultural. No solamente los Mesoamericanos o las culturas mesoamericanas domesticaron el maíz, sino que también el maíz domestico a los seres humanos. El proceso de entre 7 y 9 mil años provocó la diversificación de la cultura y la diversificación del maíz, es una co-evolución”.
Toledo pone en jaque a la agricultura industrial y la deforestación que hay detrás de ella, responsable de la agudización del cambio climático. También pone en duda los diversos métodos de conservación del medio ambiente, y asegura que “no se puede conservar la naturaleza sin conservar la cultura y no se puede conservar la cultura sin conservar la naturaleza. Eso nos debería de llevar a generar un programa nacional de conservación biocultural en México”, señala Toledo.
Toledo asegura que en Chapingo hay una gran diversidad cultural. 60% de los estudiantes en esta institución provienen de comunidades campesinas e indígenas y “no se puede estudiar agronomía sin preguntarle a los alumnos si hablan alguna lengua indígena”. Y agrega que en México y en Latinoamérica la población indígena no esta decreciendo, “es exactamente lo contrario. Mas o menos en el año 2000 en México se reconocían entre 8 y 10 millones de mexicanos que hablaban una lengua indígena y en el año 2010, se agregó al censo oficial del gobierno una pregunta que no se hacía desde el año 1920 ¿Usted se considera indígena o no se considera indígena?, es decir, el auto reconocimiento. Esta pregunta no se había hecho porque es peligrosa y subversiva, en el año 2010 la población indígena aumentó a 17 millones. Y en la estadística oficial del año 2015 arrojó una cifra de 24 millones de indígenas en México”.
Campesino = Subversivo
De acuerdo con estudios de la Organización No Gubernamental (ONG) GRAIN, en el mundo más del 90% de las y los agricultores son campesinos e indígenas, pero controlan menos de un cuarto de la tierra agrícola mundial. “Los Alemanes y los Estadounidenses vienen y nos dicen que tenemos que producir para ellos, pero nosotros debemos de producir para nuestros hijos, y si sobra un poco podemos vénderlo, pero ellos no deben dictar el precio, es una lucha que todos debemos sostener”, sostiene Pinheiro.
En su informe del año 2013, “Detrás de las marcas,” Oxfam Internacional documentó a las 10 de las empresas que controlan la agricultura y la industria alimentaría, entre ellas Nestlé. Son las mismas empresas que concentran la mayor cantidad de tierras cultivables.
México ha sido un referente para América Latina con su reforma agraria que otorgó al ejido y a la posesión colectiva de la tierra un carácter totalmente diferente a la lógica mercantilista. Aunque con la reforma a la Ley Agraria del año 1992 la tierra ejidal cobró una forma mercantil. Esta fue la antesala para la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que entró en vigor en el año 1994. Esta reforma permitió la venta de las tierras y, hoy día, las comunidades indígenas y campesinas que decidieron vender son las que más sufren con megaproyectos extractivitas y la agricultura industrial. “Ellos buscan destruir las reformas agrarias. Desde Argentina, Brasil, Colombia y México el campo esta destruido. La Revolución Mexicana de 1910 fue ejemplar en el mundo, porque se alcanzo el poder, pero ellos renunciaron porque tenían el biopoder campesino. México es el ejemplo de la Reforma Agraria que le permitió mantener su cultura milenaria y ellos quieren destruir esto porque es un mal ejemplo, es subversivo para el capitalismo internacional en su forma biotecnológica”, agrega Pinheiro.
“La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), después de muchos años, acepto la existencia de los pequeños agricultores. Pero no utiliza la palabra campesino, porque es una palabra peligrosa. Hoy en día en el mundo hablar de campesinos es peligroso, es una palabra subversiva. Entonces la FAO declara en el año 2014 el año de la propiedad familiar y reconoce que el 60% de los alimentos provienen de los productores familiares ”, asegura Toledo.
“Para ser congruentes con el paradigma agroecológico se deberían impulsar Reformas Agrarias. No se puede entender el futuro agroecológico de América Latina sin reformas agrarias. Tiene que haber fraccionamiento y repartición de las tierras, no podemos seguir pensando los grandes latifundios para el ganado y para la agricultura industrial, porque es una contradicción de con la agroecología y la conservación”, arremete Toledo.
Toledo afirma que cuando la FAO aceptó la importancia de la producción de los campesinos también “tiraron el dogma de que la producción mundial de la industrial de alimentos es la que principalmente cubre la demanda de alimentos en el mundo”.
¿Qué es la Agroecología?
“Este evento es importante porque aquí, nosotros podemos asociar cual es el rol de la academia y de cómo debe de ser la agroecología con los diversos actores, los estudiantes, los investigadores, los indígenas y campesinos. Desde aquí podemos cuestionar el modelo capitalista y crear alternativas, no para el mercado, sino para un buen vivir. Las semillas de Latinoamérica, de Mesoamérica esta en todo el mundo y hay que darle el valor y la fuerza que tienen nuestros pueblos como acto político”, comparte el indígena Maya, Antonio Gonzales.
A penas una decena de universidades en México cuenta con la especialidad de agroecología y por los menos “600 especialistas en agroecología en este país buscan retomar los conocimientos tradiciones y continuar con la búsqueda de nuevas alternativas” afirma el director del departamento de la especialidad de Agroecología de Chapingo. El resultado de 3 días de este encuentro fue la conformación de la “Red Mexicana de Programas Educativos en la licenciatura de Agroecología”.
Para el Brasileño Sebastiao Pinheiro, “los agroecólogos no solo pueden resolver el tema de los alimentos en México, sino que en todo el planeta. Pero para dar este paso, ellos necesitan salir de la burbuja de la academia, de la arrogancia y la prepotencia y aprender a respetar la sabiduría indígena y campesina. Es necesario dejar de pensar en la acumulación y la ganancia, tememos que comenzar a pensar en la vida, eso es lo que significa la Agroecología”.
“La autonomía territorial nos lleva a situar a la Agroecología en una discusión meramente geopolítica, como el zapatismo con sus regiones autónomas donde también se utiliza la Agroecología como una estrategia geopolítica. En los próximos años veremos el nacimiento de regiones basadas en cuatro principios: La autogestión, la autonomía, la autosuficiencia y la autodefensa. En México ya tenemos experiencias de este tipo y ahí es donde también debe de estar la Agroecología”, comparte Víctor Toledo.