Por Mumia Abu-Jamal
Desde las recientes elecciones presidenciales en Estados Unidos, parece que la distancia entre los dos lados del electorado se ha ampliado.
Los votantes de un lado opinan que el presidente es esencialmente ilegítimo; según los del otro lado, aquellos que votaron contra el presidente son básicamente desleales.
Las diferencias son abismales, con visiones bien distintas sobre adonde se dirige el país.
Éste no es un fenómeno “nuevo“.
Alexis de Tocqueville, el brillante especialista en ciencias políticas que escribió el clásico libro, Democracia en América, visitó a Estados Unidos y quedó asombrado por las distancias entre los partidos políticos norteamericanos. Escribió:
“Los partidos que amenazan a la Unión no se basan en principios abstractos, sino en intereses temporales. Se puede decir que estos intereses, diseminados en las provincias de un imperio tan vasto, constituyen naciones rivales, y no partidos”. [p. 204]
Al escribir a comienzos de la década de 1830, de Tocqueville, predijo la Guerra Civil en Estados Unidos unos 30 años antes de que el primer bombardeo se diera contra Fort Sumter, Charleston, Carolina del Sur, en 1861.
Los partidos que existen hoy son animales políticos distintos, pero mantienen una relación contenciosa hasta la fecha.
El bipartidismo es un espejismo, porque cada lado lucha por la supremacía, y en última instancia, por el poder.
El padre fundador de la China contemporánea, Mao Tse-tung (1893-1976), escribió una vez que, “la política es guerra sin derramamiento de sangre”.
En vista de los recientes eventos en Washington, tal vez tendremos que pensar de nuevo en esta definición.
Desde la nación encarcelada soy Mumia Abu-Jamal.