Firmas y organización, más allá de la coyuntura
Javier Hernández Alpízar/Zapateando
Las jornadas para recolectar firmas por la compañera vocera del Concejo Indígena de Gobierno han sido extenuantes, pero también han estado llenas de enseñanzas, aprendizajes significativos, reflexiones, experiencias. Vale la pena un periodo de reflexiones, balances, crítica y sobre todo propuesta para seguir adelante.
Como todas las que ha hecho el EZLN desde 1994 y posteriormente al alto al fuego, ésta es una propuesta organizativa. Sin embargo, la parte organizativa es la que menos se ha analizado y comprendido desde una mirada simplificadora, me animo a decir, vulgar, chata, que pone todo el énfasis en los números y es incapaz de hacer una lectura humana, política, social, ética de las palabras y las acciones de Marichuy, el CIG, el Congreso Nacional Indígena, el EZLN, los adherentes a la Sexta, los alumnos de la Escuelita Zapatista y los simpatizantes del CIG que se han sumado como auxiliares para juntar firmas.
La propuesta del EZLN que han hecho suya y a la cual están dedicando un trabajo esforzado Marichuy, el CIG, el CNI y le organización incipiente o el conato de organización que nos movemos alrededor de ésta es como las enseñanzas del sensei del Karate Kid: ¿qué tiene que ver encerar autos o colgar y descolgar tu suéter del perchero con aprender artes marciales? Asimismo: ¿qué tiene que ver con organizarnos el juntar firmas para Marichuy como aspirante a una candidatura independiente a la presidencia, aclarando que no vamos a pedir el voto sino a visibilizar un proceso organizativo?
Al menos desde el 2005 las propuestas del EZLN no han sido comprendidas ni compartidas por un sector de la población que forma el voto duro de AMLO, y cada vez les son menos comprensibles pues juzgarlas desde la perspectiva electoral los lleva a simplificar nuestra postura como “antielectoral” o “anulista”. La simplificación está en ellos y su mirada: como para ellos no hay más realidad que la competencia electoral, solamente somos “los que no han llamado a votar” por su candidato.
Si bien cuantitativamente, hasta el más reciente corte, llevamos apenas poco más del 19% de las firmas que necesitamos juntar, cualitativamente el proceso organizativo ya arrancó y, al menos es la declaración expresa de Marichuy, ya no se detendrá.
La mejor perspectiva sería que contra todo presagio alcanzáramos el 1% del padrón electoral nacional y en 17 estados, porque eso permitiría tanto una campaña con atención de la prensa como la obligación del INE de invitar a Marichuy a debates y la obligación de darle espacios en medios; pero si no alcanzamos el número de firmas suficientes, las que hemos logrado reunir son una grieta que muestra que el sistema partidocrático no es invulnerable: hay cada vez más personas que buscan una alternativa, una opción ante el gris panorama de partidos, candidatos y coaliciones que son todos fieles al libre mercado, el neoliberalismo, el capitalismo, el status quo.
Contra todo el racismo, la misoginia, el ninguneo, el desprecio, las campañas negras, las calumnias, la contrainsurgencia en redes (encabezada por trolles fanáticos de YaSabenQuien), más de 200 mil personas han dado su firma por Marichuy, con sus datos completos y foto, para apoyar una opción diferente: la única opción que está hablando de los problemas del México de abajo y los está llamando por su nombre. Algunos de ellos son simpatizantes de YaSabenQuien que entendieron que la firma no compromete su voto, e incluso han firmado quienes se vienen decepcionando de la derechización extrema de su candidato.
Solamente el CIG y Marichuy, su vocera, han llamado por su nombre el capitalismo, el neoliberalismo, el crimen organizado, la guerra contra las comunidades, el paramilitarismo, el desplazamiento forzado de poblaciones (Chalchiuitán y Chenalhó como botón de muestra), los megaproyectos, el extractivismo, los feminicidios y crímenes de odio, las ejecuciones extrajudiciales, las desapariciones forzadas, la represión, el colonialismo, el despojo territorial, el racismo, la misoginia y el desprecio, la ley de seguridad interior como guerra contra las comunidades, el ataque a la Madre Tierra y contra ello no proponen un remedio mágico, no proponen el perdón y el olvido, sino la memoria, la resistencia, la lucha, la rebeldía y la organización.
Si no alcanzamos el número de firmas para que Marichuy aparezca en la boleta, contra viento y marea, tendremos que seguir organizándonos para alcanzar algo más grande que el poder ejecutivo: la emancipación, la libertad, la democracia y la justicia.
Si tenemos que ser autocríticos tenemos que serlo en este terreno: lo que nos falta de organización es la tarea que tenemos pendiente. Por lo pronto hemos logrado un primer paso: recuperar la bandera de la izquierda anticapitalista.
El vacío que deja esa izquierda electoral claudicante no es un mero hueco: gracias a la propuesta de CIG y Marichuy sabemos que la izquierda no ha desaparecido en México, se está organizando desde abajo.
Más allá de la coyuntura electoral, esa grieta en el muro capitalista es ya un logro. Por eso tenemos que hacer de la rebeldía, alegría, algarabía, como proponen compas organizados en torno a Marichuy y al CIG para estos días 17 y 18 de febrero en la Ciudad de México.
Porque este proceso organizativo no se agota en la coyuntura electoral y como lucha de los pueblos es apenas el comienzo.