Por Mumia Abu-Jamal
Aunque la mayoría de nosotros vemos las escuelas como un bien social, esto no ha sido cierto en la historia de algunas personas. Para los pueblos indígenas en Canadá que hemos llegado a llamar “indios”, las escuelas han sido lugares de dolor, tristeza y pérdidas. Durante casi todo un siglo, a las “escuelas residenciales” llegaron niños y niñas indígenas para ser azotados, castigados y traumatizados por el pecado de no ser blancos. Administradas por el gobierno al principio, y después por la Iglesia Católica Romana, estas escuelas se convirtieron en sitios de horror, tortura y muerte. Hace poco, en las tierras alrededor de la escuela residencial en Kamloops, Colombia Británica, se encontraron las tumbas de más de 200 niñas y niños indígenas.
Búsquedas posteriores han revelado los restos de otros cientos de niños y niñas alrededor de las llamadas escuelas residenciales. Recientemente leí un libro escrito por el líder indígena George Manuel (1921-1989) titulado El Cuarto Mundo, publicado en 1974, en el cual el autor describe sus años escolares de la siguiente manera:
“Tres cosas me vienen a la memoria: el hambre, hablar inglés, y ser llamado un “pagano” debido a la cosmovisión de mi abuelo. El día que llegamos a la escuela, a cada niño le asignaron un intérprete, quien era un alumno mayor de edad. Todos los maestros eran monjes o católicos laicos devotos. Les dijimos “hermanos”. En mi primer encuentro con un “hermano”, me enseñó una larga correa de piel negra y me dijo a través de mi intérprete: “Si una vez se entera que has hablado “indio”, un azote de ésta es lo que recibirás por encima de tus manos”. Manuel, 1963-64. Kamloops, British Columbia, Canada, un sitio de escuelas genocidas.
Desde la nación encarcelada, soy Mumia Abu-Jamal
—(c)’21 maj
7 de julio de 2021
Audio grabado por Prison Radio
https://www.prisonradio.org/commentary/genocide-schools/
Circulación por Fatirah Litestar01@aol.com
Traducción Amig@s de Mumen Mia éxico
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