Solo de las palabras / espero / la última presencia.
Alaíde Foppa
De Alaíde Foppa (Barcelona, 1914- Ciudad de Guatemala, 1980) sabía que fue una escritora y militante guatemalteca exiliada en México y que fue desaparecida. Había leído fragmentos de sus poemas, citados en carteles de organizaciones de derechos humanos, al lado de su rostro fotogénico. La activista y poeta asumió la nacionalidad guatemalteca de su madre en 1944 para colaborar con la revolución en ese país vecino.
Ahora sé, por Elisa Díaz Castillo, autora de la selección y la introducción del Material de Lectura UNAM 1, con poemas de Alaíde Foppa, de la serie Vindictas, Poetas Latinoamericanas, que me hubiera resultado muy difícil encontrar alguno de sus libros.
Este material de lectura es una excelente oportunidad de leer algunos de los poemas de Alaíde Foppa y encontrar a la mujer, a la poeta, a la escritora que fue, además de ser militante, por la libertad de su pueblo guatemalteco y por la de las mujeres.
Su poesía tiene ese clasicismo de la poesía culta, pero también el intimismo de su poesía, una voz introspectiva, reflexiva, que busca en el interior del lenguaje, de la memoria y de la experiencia.
Foppa escribe con honestidad y fineza sobre temas como la maternidad, el hecho de ser mujer, el tiempo, las palabras. Esos temas, en sus poemas se expresan desde la voz de una mujer comprometida con la vida.
En este tiempo de crisis y de nuevas demandas, diversas, que reclaman y luchan por la vida, por los derechos de las mujeres, los derechos de todos, la poesía de Alaíde Foppa puede ser parte de una tradición propia, de raíces asumidas deliberadamente, más allá del canon convencional.
Es un acierto que la serie Vindictas incluya a Alaíde Foppa y su poesía. Para las personas que hoy piden el derecho de todo ser humano a vivir en paz, a defender derechos, a no ser víctimas de crímenes de lesa humanidad, poder leer a esta poeta guatemalteca nos puede recordar para qué se reivindican derechos. La vida humana y la poesía son inseparables.
Porque más que víctimas o que militantes, somos personas de carne y hueso y como tales personas, hay en nuestras vidas, ensueños, promesas, vivencias, vislumbres. La poesía es documento y testimonio de humanidad.
Si cuando sabemos cómo los señores del poder y el dinero cometen crímenes atroces podemos sentir vergüenza del género humano; en cambio, cuando recuperamos la voz, la poesía, las palabras de quienes lucharon por la vida, podemos pensar que aún hay esperanza.
La voz de la poeta Foppa es la voz de una mujer que se vive, se experimenta, se piensa desde su cuerpo, que puede escribir un poema a sus manos y a sus huesos, que puede recordarnos eso de nosotros mismos: que somos.
En alguna reflexión, Eliseo Diego se pregunta para qué sirve la poesía y se contesta que para vivir. Para eso nos sirve la poesía, y también, como testimonio de una vida que se consagró a la lucha pero también a las palabras vivas.
En adelante Alaíde Foppa ya no será para mí una imagen, una foto en un cartel o un fragmento de un poema rescatado del olvido. Será una voz de mujer que se piensa, se siente, que palpa el mundo y apuesta por la palabra para construir un poema que resista al tiempo y al olvido. En sus poemas, la poeta guatemalteca aún espera días nuevos.
“Será mejor / mañana: / un día intacto, / sin sombras, / y yo / dispuesta / a recibirlo entero.”
Alaíde Foppa, Material de Lectura 1, Vindictas. Poetas Latinoamericanas, Selección y nota introductoria de Elisa Díaz Castillo, Universidad Autónoma de México, México, 2020.