Por Javier Hernández Alpízar
Al compañero Diego Vilchis, in memoriam
Nos han acostumbrado a un mal uso de la palabra “mito” como sinónimo de falsedad. Sin embargo, los mitos son en realidad narraciones, relatos, piezas de sabiduría de nuestros pueblos y culturas. Son los primeros intentos de explicación e incluso de una cierta racionalización de nuestra experiencia humana, anteriores a la filosofía y a la ciencia. Es muy simplista verlos como meras falsedades y negar lo que conservan de saberes.
En estas fechas debería recordarse, olvidado en medio del consumismo, el mito del nacimiento de Cristo, que tiene semejanzas no sólo con el de Horus, sino con el de muchos otros dioses o héroes, y con sus vidas; llámense Gilgamesh, Huitzilopochtli o Quetzalcóatl.
Un pasaje de la infancia del niño Jesús es de total actualidad: José el carpintero, su padre adoptivo, en sueños recibe la revelación de que la vida del niño corre peligro. Así que José, con María y el niño Jesús salen de su país y se van a vivir por años a Egipto.
Herodes comete una masacre de niños menores de dos años que hasta la fecha se recuerda como día de los Santos Inocentes. La fecha se ha trivializado con bromas, pero originalmente recuerda una masacre de niños asesinados por militares bajo las órdenes de un gobernante romano.
El hecho de que familias con hijos tengan que huir de sus países a buscar asilo, refugio, en otros países, porque sus vidas corren peligro ante la violencia, los crímenes, las persecuciones y las guerras es hoy no sólo vigente sino masivo. Vemos caravanas enteras de hombres, mujeres y niños buscando salvar su vida en metrópolis y ex metrópolis como Jesús y su familia en Egipto. No es necesario ser creyente para entender estas historias.
Las madres cuyos hijos han sido asesinados, desaparecidos o están injustamente presos o exiliados pueden entender la historia de María, cuyo hijo fue injustamente detenido y ejecutado por los romanos bajo acusaciones falsas. Asimismo, las madres, hermanas e hijas que buscan a sus desaparecidos con la esperanza de reencontrarlos vivos, o al menos de poder dar sepultura a sus restos y saber que están inhumados y dónde, se identificarían muy bien con la Antígona griega. Simone Weil pensaba que las y los trabajadores pueden comprender muy bien los mitos y tragedias griegos, porque les hablan de esas verdades humanas profundas.
Hoy recordamos un mito referido por Leonardo Boff y antes por Martin Heidegger. Es la llamada fábula del filósofo romano Cayo Julio Higinio según la cual el Cuidado formó al primer hombre de tierra humedecida, luego Júpiter le insufló vida. El Cuidado, Júpiter y la Tierra disputaban sobre quién tenía que darle nombre al nuevo ser. Saturno, dios del tiempo, dio a cada uno un reconocimiento: Júpiter recibirá el espíritu de regreso cuando muera la criatura quien dio aliento de vida; la Tierra que dio la arcilla recibirá de regreso el cuerpo; y Cuidado lo tendrá para sí mientras viva. Saturno lo llamó “hombre” (homo), porque está hecho de tierra (humus).
Heidegger, y luego Leonardo Boff, reflexiona por ello que el Cuidado es esencial al ser humano.
Este mito vino a mi memoria al ver la película De hombres y ratoncitos: la fuerza bruta (Of Mice and Men, 1992, dirigida por Gary Sinise y basada en una novela de John Steinbeck). Es la historia trágica de Lennie, un hombre de fuerza descomunal, con un bajo nivel de desarrollo intelectual que le impide controlar esa fuerza bruta. El mayor deseo de Lennie es poder cuidar unos conejos, sueña con poder hacerlo, pero teme no poder hacerlo si “se mete en problemas” o “hace algo malo”, La combinación entre su fuerza bruta y su incapacidad de controlarla, por su deficiente desarrollo intelectual. es su drama, su tragedia.
El triste caso relatado en De hombres y ratoncitos me recordó la fábula de Higino: para los seres humanos es esencial el Cuidado, está en nosotros el impulso a cuidar la vida, cuidar el mundo, no sólo debemos hacerlo sino que necesitamos hacerlo, tenemos que hacerlo. Que algo lo impida, que algo desvíe y extravíe nuestras facultades impidiéndonos cuidar nuestro mundo, la vida (a nosotros mismos, a nuestros semejantes, al entorno vivo todo) es una muy grande desgracia.
Leonardo Boff explica que nuestra especie humana necesita el Cuidado para la sobrevivencia de todos y cada uno de nosotros. Necesitamos que nos cuiden y cuidar a otros.
Un sistema capitalista y patriarcal que impide el Cuidado, y en su lugar fomenta el descuido e incluso la destrucción de la vida, es criminal.
Solamente un ejemplo: en África, estudiosos y defensores de la megafauna han observado que ahí donde esa fauna se extingue, se duplica el número de roedores, ratas, y con ellas el número de pulgas que transmiten enfermedades, epidemias. Estos estudiosos y defensores de la vida intentan que los seres humanos tengan conciencia de cómo la extinción de las grandes especies acarrea un desastre. Faltan acción y conciencia: recuperar el Cuidado esencial.
El mito del Cuidado no necesita ser calificado de “verdadero” o “falso”. Su sabia enseñanza es compatible con las modernas ciencias que nos enseñan lo complejo del sistema planeta Tierra. El Cuidado es esencial, de la Tierra venimos y a ella regresaremos, pero mientras vivamos necesitamos, debemos, estamos obligados a cuidarnos y a cuidar.
Los pueblos indígenas lo saben, por ello defienden la vida. Hoy todos tenemos que hacerlo. Regresar al Cuidado esencial.