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Hotel Abismo: El regreso de la palabra- látigo y caricia solidaria

Por Javier Hernández Alpízar

Ver a Lukas Avendaño en su espectáculo escénico “No soy persona. Soy mariposa”, el 23 de abril, como parte del Festival de Libro y la Rosa, en el Centro Cultural Tlatelolco, me hizo recuperar la fe en la palabra.

La palabra ha sido tan desgastada por los mercenarios de la política (Estado, gobiernos, partidos, voceros y “correas de transmisión”) y de la mercadotecnia, que parece acomodarse al mejor postor.

Lo que hace Lukas Avendaño con ella es sacudirla, darle dramatismo, patetismo, pero también ligereza, humor, ironía, acidez, por ello no se queda en la denuncia y la queja, sino que se levanta en arenga y en ejercicio de resistencia desde el cuerpo, es decir desde el territorio, desde la vida, por tanto, desde la irreverencia.

Si bien sigue teniendo un papel protagónico su presencia física, escénica, la palabra protagoniza en espectáculos como No soy persona. Soy Mariposa., y así también fue antes en Réquiem por un alcaraván. La palabra, desde la intimidad, la poesía y la confesión, hasta el discurso político- poético, la palabra armada de fuerza y desnudez, es decir, de compromiso.

La palabra de las desaparecidas (estructuralmente, sistemáticamente), del gay, la tortillera, la trans(ístmica), el fenotipo del excluido, el migrante, el latino, el indígena, el sujeto de la clase popular (el vendedor de piratería), es palabra que se revela y se rebela.

La capacidad de Lukas Avendaño para encarnar el espectáculo con la palabra, e incluso con el silencio, con sus instalaciones para cuerpo humano, ya ha sido muchas veces probada: escalando como hombre araña la fachada del Teatro del Estado en la Xalapa de los 90, ganándole el público, desde las espaldas de todos, a un festival punk, con un espectáculo con antorchas, o encarnando a una suerte de minotauro encerrado tras una máscara tradicional de toro en un carnaval en Coyolillo.

Ahora, sin dejar de exigir justicia para Bruno Avendaño, desaparecido y asesinado por las fuerzas oscuras que gobiernan de facto a México, Lukas nos convida al regreso de la poesía de combate.

Lukas Avendaño es antropólogo, graduado por la Universidad Veracruzana, y artista de lo que él llama “instalación para cuerpo humano”, una forma muy versátil de las artes escénicas.

Antes de comenzar su lucha por la presentación de su hermano Bruno Alonso Avendaño, marino, originario de Tehuantepec, Oaxaca, desparecido el 10 de mayo de 2018, Lukas Avendaño, muxe, ya había participado en movimientos sociales como la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), en 2006.

Hoy su trabajo escénico, su reflexión teórica y su lucha por justicia para su hermano Bruno, se unen en una sola praxis. Él la ha llamado la utopía de la mariposa. Una mariposa trata de cruzar el océano, quizá muera en el camino, pero su cuerpo flotará sobre las aguas y servirá de punto de apoyo para otra mariposa que intentará la hazaña después y quizá llegué más lejos.

A nivel global, Lukas Avendaño ha aprovechado sus viajes a diversas ciudades y países para visibilizar la lucha por la presentación de un desaparecido, y justicia para quien hallaron muerto, asesinado, en un México en el cual los últimos sexenios han sido particularmente violentos y llenos de desapariciones, asesinatos y feminicidios. La exigencia de justicia es una constante en su palabra en escena y fuera de ella,

En el plano social, su trabajo siempre se ha vinculado a demandas de comunidades como los afromestizos de Coyolillo, Veracruz, la APPO, o el EZLN, con quienes ha participado en festivales Comparte y Báilate otro mundo, logrando que la comandancia zapatista y el CNI hagan pausa a su asamblea para ir a ver Réquiem por un alcaraván.

El aspecto creativo en los performances de Lukas Avendaño es complejo: desde técnicas como la danza butoh hasta elementos de cabaret, poesía, fragmentos de canto, humor y sincretismo deliberado, música popular, rezos y refranes, se conjugan en espectáculos como Réquiem para un alcaraván, que ha presentado en escenarios tan diversos como el Centro Cultural Universitario de la UNAM o “La Ballena” del festival de danza Báilate otro mundo y de cine de los caracoles zapatistas en 2019.

Elementos de la alta cultura como la danza clásica y el ballet, o las referencias a Frida Kahlo, se integran en espectáculos con elementos de la cultura popular como las fiestas y música de Tehuantepec. Las reflexiones políticas sabiamente dosificadas y contextualizadas, irónicas e irreverentes hacen aún más prolijo el cóctel.

Pero el ingrediente secreto es el propio Lukas Avendaño, porque detrás de la fuerza de su presencia escénica y de su palabra, látigo y caricia solidaria, está su compromiso, su congruencia ética-política como motor de un cuerpo y palabra en resistencia. Una postura personal capaz de abrazar la resistencia comunitaria, para darle espacio, voz, colorido.

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