A la memoria de Franz Hinkelammert
El concepto de Iván Illich “guerra contra la subsistencia”, retomado también por Jean Robert, sirve para entender el origen de la violencia, la guerra, los asesinatos (solo en este sexenio, al mes de abril de 2023, se acumulan 192 mil 811 homicidios1), desapariciones (en este régimen, al 30 de mayo de 2023, un total de 42 mil 109 personas desaparecidas y no localizadas), masacres (en este sexenio 6 mil 217 masacres con 10 mil 799 víctimas2) la avanzada del capitalismo sobre los territorios indígenas, campesinos, rurales y urbanos, el despojo impune del que habla Robert.
A veces los autores, los pensadores, deciden no seguir el camino que ya se está volviendo clásico, para intentar entender un fenómeno, y siguen rutas alternas. Una ventaja para los lectores es que estos distintos caminos de exploración alternativos sirven como testigos o investigaciones control. Parece que asombrosamente llegan a conclusiones o ideas semejantes, muy parecidas o concordantes. Lo cual no es raro si estudian el mismo fenómeno. Y los matices que introducen dan riqueza a la compresión del asunto que queremos pensar, entender, comprender, explicar y, en el mejor de los casos, enfrentar.
Iván Illich no sigue los pasos de Karl Marx sino los de Karl Polanyi y Jean Robert sigue los pasos de Illich, colabora con Jean-Pierre Dupuy y retoma a una autora, ella sí marxista, Rosa Luxemburgo.
Los resultados no son idénticos a los que Marx entrega en su capítulo de El Capital (Vol. 1) sobre la “acumulación originaria”, pero coinciden o convergen de manera que nos confirman un diagnóstico sobre la modernidad capitalista industrial y estatal; la violencia está en la base de todo, en forma de guerra contra la subsistencia o guerra de despojo. Marx, Polanyi, Luxemburgo, Illich y Robert lo pueden suscribir, cada quien con sus términos.
Los territorios de los pueblos y culturas, las autonomías, son atacados, devastados, para abrir espacio y emplazar al Estado nación y al capital, el gran negocio. Así lo escribió Jean Robert:
“Si bien el otro bando, el bando de la “antiterritorialidad”, no tiene camiseta propia sino que cambia de color según sus intereses del momento, la guerra que lleva sí tiene nombre. Se llama guerra contra la subsistencia. Desde que empezó, hace más o menos quinientos años, ha tenido varias manifestaciones, pero su resultado siempre ha sido la devastación de los territorios donde subsistían y siguen subsistiendo los pueblos. (Jean Robert, La crisis del despojo impune, Cómo evitar que el remedio sea peor que el mal.)
En alguno de los seminarios con los zapatistas actuales (EZLN), Jean Robert lo dijo con esta suerte de aforismo: “Nos habían enseñado que el capitalismo es un modo de producción, hoy tendríamos que entenderlo como un modo de destrucción”. Hay una crítica explícita al lenguaje de Marx, pero irónicamente, el sentido de la idea es suscribible desde Marx.
El concepto de “guerra a la subsistencia” es tomado por Robert de Iván Illich, y así lo explica el autor de La convivencialidad:
“La era moderna es una guerra sin tregua que desde hace cinco siglos se lleva a cabo para destruir las condiciones del entorno de la subsistencia y reemplazarlas por mercancías en el marco del nuevo Estado nación. En esta guerra contra las culturas populares y sus estructuras, al Estado le ayudó la clerecía de las diversas iglesias; luego los profesionales y sus procedimientos institucionales. A lo largo de esta guerra, las culturas populares y los dominios vernáculos –áreas de subsistencia– fueron devastados en todos los niveles. Pero la historia moderna –desde el punto de vista de los vencidos de esta guerra– queda todavía por escribirse.” (Iván Illich, citado por Jean Robert).
Y esta guerra no es desde luego una imagen, una licencia poética de los pensadores, no es una metáfora, es literal: Quinientos años de guerra contra la subsistencia, de guerra contra los territorios de los pueblos y culturas del mundo, quinientos años de destruir mundos-culturas vernáculas para desarticularlos y reconstruirlos, pero ya proletarizados, empobrecidos, despojados, y ahora en función de los intereses del capital, el Estado nación y la modernidad industrial.
Hay una compilación de textos escritos por el ex vocero del EZLN subcomandante Marcos, Escritos sobre la guerra y la economía política, reflexiones que abordan el tema. Entre los textos ahí antologados está el clásico sobre la cuarta guerra mundial contra los pueblos. La tesis de los zapatistas actuales es que ya hubo tres guerras mundiales en el siglo XX, las dos así llamadas, y la guerra fría, en la que no hubo bombardeos contra Estados Unidos o la extinta URSS, pero en América Latina, África y Asia sí hubo muertos, territorios devastados y uso de armas genocidas y ecocidas.
En un documento más reciente, al inicio del actual sexenio, los zapatistas explicaron que la guerra de despojo, de “acumulación por desposesión”, de acumulación militarizada (William I. Robinson), guerra contra las autonomías, o en palabras de Illich y Robert, guerra contra la subsistencia, está hoy en curso:
“Como que el capitalismo dejó pendiente una parte de la conquista del mundo en el neoliberalismo y que ahora tiene que completarlo. En su desarrollo, el sistema “descubre” que aparecieron nuevas mercancías y esas nuevas mercancías están en el territorio de los pueblos originarios: el agua, la tierra, el aire, la biodiversidad; todo lo que todavía no está maleado está en territorio de los pueblos originarios y van sobre ello. Cuando el sistema busca (y conquista) nuevos mercados, no son sólo mercados de consumo, de compra-venta de mercancías; también, y sobre todo, busca y trata de conquistar territorios y poblaciones para extraerles todo lo que se pueda, no importa que, al terminar, deje un páramo como herencia y huella de su paso.”3
En ese documento, 300, los zapatistas advirtieron a quien quisiera escuchar que lo que venía eran violencia, represión, asesinatos, desapariciones y persecuciones, porque la guerra contra los pueblos continúa. Y los hechos no los desmienten. Este sexenio ha sido más violento, con más muertes violentas, más desapariciones, más militarización (y militarismo) que los anteriores, ya de por sí muy violentos.
Además, en lugares como Chiapas y Guerrero, se ha reactivado y recrudecido el paramilitarismo, el mismo que jamás ha dejado de actuar con grupos como la CIOAC y la ORCAO. Y los grupos de la delincuencia organizada que de facto operan violentamente contra la población en general y contra los pueblos indígenas en especial, para abrir camino a los megaproyectos de muerte estratégicos de este régimen. Dice con toda razón el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas que “Chiapas es un desastre”.4
Como escribió Jean Robert “el bando de la “antiterritorialidad”, no tiene camiseta propia sino que cambia de color según sus intereses del momento”. Los paramilitares en Chiapas han vestido las camisetas de casi todos los colores partidarios. Han sido sucesivamente paramilitares militantes del PFCRN, del PRI, del PRD, del Partido Verde y de Morena, Pero siempre han tenido como misión acosar a las comunidades zapatistas y las de otros pueblos indígenas para, mediante la violencia, desplazarlos, arrebatarles sus territorios, destruir la gran herejía de sus autonomías, lo que Jean Robert llama “territorialidad”, o, como diría Iván Illich: “destruir las condiciones del entorno de la subsistencia y reemplazarlas por mercancías”.
Sin importar si es con gobiernos neoliberales o populistas, el capitalismo avanza en forma de trenes, corredores modales, polos de desarrollo, paraísos de inversión etnocidas y ecocidas. La militarización es el brazo armado de esa guerra contra la subsistencia de los pueblos originarios, La paramilitarización es la contrainsurgencia de ese proyecto de modernidad industrial capitalista, el mismo bajo el color de cualquier camiseta y siglas.
La violencia organizada es el arma de ese capitalismo que, como han explicado los zapatistas actuales, necesita destruir territorios y tejido comunitario para luego reconstruir, territorios conquistados y recolonizados y pueblos desestructurados, individualizados, proletarizados, mano de obra barata, migrantes-desplazados, ejército industrial de reserva y clientela electorera.
Contra ese proceso de destrucción, esa guerra, resisten los pueblos, comunidades, colectivos, organizaciones indígenas y no indígenas, militantes y simpatizantes del EZLN y el Congreso Nacional Indígena.
Su acciones civiles y pacíficas representan un legítimo movimiento social de defensa de la territorialidad, la cultura y materialidad (espiritualidad también) de sus pueblos. Son los únicos defensores del territorio y la soberanía nacional ante un gobierno militarizado que se dice antioligárquico, pero le abre paso a BlackRock, a Elon Musk y a la corporación capitalista por excelencia en estos contextos: las Fuerzas Armadas.
Alto a la guerra contra los pueblos zapatistas. Alto a la guerra contra la subsistencia de los de abajo. Alto a la cuarta guerra mundial contra los pueblos.
1 Verificado, Verdadero que en sexenio de AMLO hay más homicidios https://verificado.com.mx/verdadero-sexenio-de-amlo-hay-mas-homicidios/ Consultado el 17 de julio de 2023.
2 Verificado, Falso que «no se espía, no se tortura y no hay desapariciones» como afirmó AMLO, https://verificado.com.mx/falso-que-no-se-espia-tortura-desapariciones/ Consultado el 17 de julio de 2023.
3 Subcomandante Galeano, 300, Primera parte: Una finca, un mundo, una guerra, pocas probabilidades, en Enlace Zapatista https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2018/08/20/300-primera-parte-una-finca-un-mundo-una-guerra-pocas-probabilidades-subcomandante-insurgente-moises-supgaleano/ Consultado el 17 de julio de 2023.
Chiapas un desastre, Entre la violencia criminal y la complicidad del Estado. Informe Frayba https://frayba.org.mx/index.php/informe-frayba-chiapas-un-desastre Consultado el 17 de julio de 2023.
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