“—Los libros de texto buscan formar ciudadanos críticos.
– Yo tengo una crítica a los libros de texto.
– ¡Silencio, lacayo del imperio!”
Meme posteado por Emilio Blanco en Facebook.
A la memoria del compañero Román Sánchez Núñez.
El principal problema que presentan los nuevos libros de texto de la SEP es que son resultado de un proceso a espaldas de los docentes y de los educandos y de las madres y padres de familia. A espaldas de la sociedad, en suma.
Esto no es nuevo: es la forma como siempre se han impuesto desde arriba, desde el gobierno, las “reformas educativas”. Esto, en un país de tradición priista y donde el PRI se convirtió en una clase política metapartidaria, es decir, que ya no solamente está presente en el PRI sino en casi todos los partidos políticos, Morena, PRD y demás, cuyos cuadros dirigentes son de extracción priista y, sobre todo, de cultura política presidencialista, bonapartista y populista o “nacionalista” priista.
Cada vez que llega un nuevo presidente, y su equipo, descubren que hay una nueva teoría pedagógica de vanguardia y la decretan e imponen desde arriba. Modifican el modo como se impartirá la educación pública y, en el mejor de los casos, dan algún taller o un breve curso a las maestras y maestros donde les dicen qué es lo que ahora deben enseñar y cómo. Normalmente, la educación tiene cierta continuidad porque las y los docentes siguen haciendo lo que mejor saben hacer, si acaso incluyendo algunas ideas que alcanzan a incorporar de la nueva “pedagogía de vanguardia” impuesta por decreto.
El problema con los nuevos libros de texto es que borra de un plumazo las asignaturas: matemáticas, español, ciencias naturales, ciencias sociales, educación física, etcétera. Reducen todo a tres libros y tres campos o áreas de conocimiento. Si en un grado de secundaria, hasta el ciclo lectivo anterior, un alumno o alumna tenía hasta once asignaturas o materias y con ellas once maestros o maestras: ¿cómo van a tener sus actividades de aprendizaje? ¿Los once docentes usarán los tres libros de la SEP o despedirán a ocho para dejar solo a tres?
Además, quienes están imponiendo por la vía de los hechos (haiga sido como haiga sido) el nuevo modelo curricular, atropellando todos los protocolos y reglamentos (porque la ley no importa cuando la popularidad mata la legalidad) están ignorando la gradualidad en la educación y en los aprendizajes que Lev Vygotsky llama ”zona de desarrollo próximo”.
Esto quiere decir que quien aprende se mueve entre lo que ya sabe y lo que ya puede aprender (potencialmente) adquiriendo los elementos necesarios de su entorno social y educativo (con ayuda del facilitador, el docente). Si un niño, joven o adulto, de género masculino o femenino, es puesto ante una pretendida situación de aprendizaje que no está en su “zona de desarrollo próximo”, es decir, para la cual no tiene ni puede adquirir ya los elementos necesarios, solamente se frustrará, no aprenderá.
A esta situación serán sometidos los infantes y jóvenes que recibirán por una decisión vertical y autoritaria unos libros de texto que operan de una manera confusa, errática, sin relación alguna con la manera como están habituados a aprender. Y lo mismo pasará con las y los docentes. El modelo “de vanguardia” está lejos de la zona de desarrollo próximo de ambos.
En el mejor de los casos, las y los docentes harán con lo que ya saben lo que mejor puedan para que las infancias y jóvenes sigan aprendiendo y se sigan educando.
Si a vanguardias vamos, la más vanguardista es la posición de Iván Illich, quien propuso desaparecer las escuelas y la escolarización, para que las personas aprendan, estudien y se eduquen de manera autónoma y autogestiva. De hecho hoy las personas aprenden mucho más en entornos cotidianos de información, comunicación e interacción social incluso que en tiempos de Illich. Aunque sin la formación de un criterio estén expuestos a la manipulación tanto de la propaganda del gobierno como las de las empresas privadas.
Sin embargo, la necesidad de que las y los educandos, los discentes, vayan aprendiendo en entornos propicios que sean apropiados a su zona de desarrollo próximo, hace necesarias aún las escuelas, las instituciones educativas.
De lo contrario, quienes tienen un entorno cultural estimulante aprenderán más, pero la mayoría quedaría a expensas de entornos pobres que los limitan.
La gran hipocresía de esta propuesta supuestamente de vanguardia del morenismo es que apela a la comunidad, pero el gobierno está usando a las fuerzas armadas y los megaproyectos impuestos como el Proyecto Integral Morelos, el mal llamado tren “Maya” o el Corredor Interoceánico para destruir comunidad, destruir tejido social. La supuesta comunalidad que propone el gobierno partidista morenista autodenominado “cuarta transformación” es una comunidad carismática en torno a un insano y faccioso nacionalismo que reduce la patria, la nación, al presidente en turno y sus huestes electorales.
La nación mexicana no se reduce al porcentaje electoral del presidente en turno y su partido. Una verdadera participación debería incluir a toda la sociedad, sin exclusiones prejuiciosas. Pero ni siquiera a las y los maestros consultaron. De hecho la CNTE denuncia que la reforma peñista, excepto el examen punitivo, pasó íntegra con el gobierno obradorista. Hoy les imponen un cambio de planes de estudio y libros, de nuevo, desde arriba.
Asimismo, pretenden que es una educación “decolonial”, pero en México el decolonialismo ha degenerado en la promoción de la ignorancia al meter en el mismo costal de los “males occidentales” a la ciencia. Por otra parte, supuestos militantes de la “decolonialidad” callan y se cruzan de brazos ante la colonización capitalista del sureste mexicano mediante megaproyectos y militarización.
La opinión de un investigador experto en educación, Gilberto Guevara Niebla, es que: “La desaparición de las Matemáticas, de la Lengua, la Historia, la Geografía, la Formación Cívica y Ética, la Física, la Química, la Biología, etc. impide que el aprendizaje de niños y adolescentes ocurra como un proceso continuo, lógico, sistemático y ordenado y da lugar a un desorden pedagógico de efectos contra-educativos.”
En otras palabras, las y los estudiantes, poco menos de 25 millones, y docentes serán usados como conejillos de indias para un experimento vanguardista improvisado e impuesto sin respetar las mínimas reglas de la participación democrática. Y para no permitir el debate, una forma de participación, se inhibe la crítica acusando de conservadores a los críticos.
Es una estrategia típica del obradorismo meter en el mismo costal del “bloque conservador” a todos los que disienten de sus opiniones o actos de gobierno. Es falso, por ejemplo, ni la CNTE ni Guevara Niebla son conservadores.
El resultado será un retroceso en la educación, que ya de por sí acusa los estragos de la deserción escolar por la pandemia y por la crisis económica. Además se acentuará la desigualdad, pues quienes puedan instruirán a sus hijos en matemáticas y ciencias por medios privados, pero la mayoría de la población no podrá hacerlo. Pasará como en la salud, donde el presunto “combate a la corrupción” sólo generó desabasto de medicamentos, afectando principalmente a la población pobre.
Si no hubieran impuesto los libros y falsificado o simulado la participación en lugar de escuchar de verdad, no habrían tenido necesidad de reservar la información acerca del proceso de elaboración de los libros de texto gratuitos. ¿No dicen ellos que “quien nada debe, nada teme”?
Como afirma Paulo Freire, tenemos que hacer dos cosas: organizarnos de manera autogestiva para educarnos entre nosotros, pero también demandar del Estado una educación adecuada, no una que se pretende de vanguardia pero no toma en cuenta a docentes, discentes y sociedad, verdaderos participes y artífices del proceso pedagógico.