A Sebastián Liera, in memoriam
En julio de 1969 Neil Armstrong dijo que daba “un pequeño paso para un ser humano, pero un gran salto para la humanidad”. Frase célebre porque fue enunciada en el momento en que el Apolo 11 había alunizado sin contratiempo, por lo cual los estadounidenses plantaron su bandera de las barras de las estrellas en la Luna. Creola Katherine Johnson, de soltera Coleman, fue una ingeniera matemática negra que hizo los cálculos necesarios para la trayectoria del cohete y para su regreso y amarizaje en la Tierra. La película Hidden Figures (Figuras ocultas) cuenta esa historia. Pero hoy nos referiremos a otro film.
Años más tarde, en Nicaragua, el joven poeta sandinista Leonel Rugama, quien moriría asesinado por el ejército, escribió que la Tierra se había convertido en un satélite artificial de la Luna, porque se gastaron millones de dólares para ir a ese lugar y no los invirtieron en la Tierra, donde hay muchos seres humanos con hambre.
De 1969, muchos quizá recuerdan el festival de Woodstock, y habrá quienes recuerden el de Monterey, California, (1967), el de la isla inglesa Wight (1970) e incluso el de Avándaro, en México (1971). Pocos saben que en julio de 1969, por los mismos días del alunizaje, en el Mount Morris Park (ahora Marcus Garvey Park) en Harlem, Nueva York, tuvo lugar durante seis fines de semana el Festival Cultural de Harlem: un festival principalmente musical que reunió a figuras como: BB King, Stevie Wonder, Mahalia Jackson, Nina Simone, The 5th Dimension, The Staple Singers, Gladys Knight & the Pips, Blinky Williams, Sly and the Family Stone, los Chambers Brothers, Mongo Santamaría y Ray Barreto.
Fue hasta 2021 cuando Ahmir “Questlove” Thompson estrenó el documental Verano del soul …o, cuando la revolución no pudo ser televisada, en inglés: Summer of Soul …Or, When the Revolution Could Not Be Televised, basada en más de 40 horas de filmación que llevaban medio siglo inéditas, guardadas en una bodega.
El título del documental. Verano del soul, podría traducirse también más literalmente como “Verano del alma”, porque los negros estadunidenses han llamado con la palabra soul, alma, la música que del alma les sale y que se expresa en diversos géneros como el blues, el góspel, el funky, el rhythm and blues, diversas formas del jazz, rock, pop, reggae, la disco y lo afrocaribeño.
El Festival Cultural de Harlem fue una expresión de la cultura de identidad y resistencia negra que se había expresado en los años sesenta en movimientos como el pacifista de Martin Luther King y el más radical y no pacifista de Malcolm X. A ellos y a muchos líderes los habían asesinado. A Luther King, lo habían ejecutado apenas el año anterior, 1968. Pero seguían organizados y activos, De hecho, la seguridad del festival de soul estuvo a cargo de los Panteras Negras.
El tambor, las percusiones, eran el lenguaje cotidiano en las calles del Harlem, dice una de las entrevistadas. Porque el realizador del documental tuvo el buen tino de entrevistar a protagonistas y público que recordaban el festival. Y en su realización se aprecia que no había sectarismo, sino una muy amplia inclusión del orgullo negro, de la época de Black is Beautiful, que por cantarla en Brasil le causaría problemas con la dictadura a Elis Regina. Se incluían en Harlem todos los grupos negros y aún “latinos” de Puerto Rico, Panamá o Cuba. Incluso algunos grupos, como Sly and de Family Stone incluían a músicos blancos.
La población negra se hacía consciente de su belleza, de su talento e inteligencia, de su valor, de su aportación a lo humano universal. Las letras de las canciones de BB King y Nina Simone expresaban la memoria y la denuncia de la esclavitud y la violencia, el rechazo y la exclusión en temas como Why I sing the blues y Backlash Blues. Pero la cultura negra también incluye la fe como en Oh happy day, de donde saldrían los exitosos refritos He´s so fine y My sweet Lord.
El espectro de expresión identitaria y musical iba de la música espiritual, el góspel (de God spell, la palabra de Dios) con la legendaria Mahalia Jackson y grupos como los Staple Singers, a las músicas más combativas y con letras o discursos de orgullo, identidad y rebeldía, donde a los mencionados BB King y Nina Simone podríamos agregar otros músicos como Sly and The Family Stone o un jovencísimo Stevie Wonder, quien decidió no quedarse en la veta del ´éxito comercial sino participar políticamente. En otros conciertos coincidiría, por ejemplo, con John Lennon y Yoko Ono pidiendo la liberación del poeta preso político John Sinclair.
Asimismo, el pop no les estaba negado, como lo muestran la presentación de la 5Th Dimensión cantando su éxito Aquarius, himno hippie tomado del legendario musical Hair y Let the Sunshine In, en el que incorporan un estilo góspel en una exitosa canción comercial. Gladys Knight & the Pips y otros integrantes de la Motown estuvieron presentes también.
El recuerdo del festival quedó escondido en las sombras, como la cara oculta de la Luna, mientras todos rememoraban a los ídolos rockers y pop de festivales más blancos. Pero presencias como las de los mencionados Nina Simone, Mahalia Jackson, BB King o Stevie Wonder hacen de este festival de Harlem un suceso histórico. Y su público lo supo, porque frente al festejo mediático del alunizaje decían: “lo que está pasando aquí es más importante”.
Canta Nina Simone, en la letra de Backlash Blues: “Sr. Negación, Sr. Negación. ¿Quién crees que soy? Tú aumentas mis impuestos, congelas mis salarios. Y envías a mi hijo a Vietnam. Me das casas de segunda clase. Y escuelas de segunda clase. ¿Crees que todas las personas de color son solo tontos de segunda clase?”
Y en una arenga performance, vestida como una reina africana, Nina Simone les dice a los presentes un poema que les interroga “Are you ready?” ¿Están listos? Preguntándoles si están listos y dispuestos a hacer lo que sea necesario, incluso acciones de rebelión violentas. Ella contó en otra ocasión que cuando tuvo la oportunidad de hablar con Martin Luther King le dijo: “Yo no soy no violenta”, y él le respondió: “No tienes por qué serlo”. Como que la no violencia es una opción libre y no un dogma impuesto. Sin embargo, Nina no era violenta, más bien la supuesta violencia en sus canciones era la denuncia de la violencia que padecía su gente.
Por su parte, BB King dice, a quienes se preguntan: “¿Por qué canto el blues?”, que se lo ha ganado a pulso con su vida. Y recuerda la historia de la esclavitud y del látigo, con la misma claridad que lo haría después en sus letras el jamaiquino Bob Marley.
Le memoria de resistencia y rebeldía que los músicos negros de góspel, blues, jazz o rhythm and blues ponen en silencios y sonidos, armonías, cantos y danzas, y palabras luminosas, es una memoria vital para ellos y para todos, para la única raza que existe: la raza humana.
1968, 1969, años clave en la contracultura y la explosión de creatividad y arte mundial, son una de nuestras raíces, sin duda. Están presentes, por ejemplo, en la tradición de rock, reggae, ska, hip hop, sones y música folklórica popular que en México y América Latina han acompañado a procesos revolucionarios y movimientos sociales rebeldes, combativos y de construcción de un mundo otro, como el zapatismo en México.
Como dijera el difunto Marcos, cuando BB King canta que “debe haber un mejor mundo en algún lugar” pareciera que siempre fue adherente a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.
En 1968 y 1969, mientras la élite blanca se preparaba para ir a la Luna, los condenados de la Tierra, que dijera Frantz Fanon, querían recuperar la vida para todos en este nuestro planeta.
Nina Simone canta el blues: https://www.youtube.com/watch?v=Vr-5GDnGhuw