La película mexicana de 1958 El brazo fuerte (dirigida por el neerlandés Giovanni Korporaal), basada en un guión de Juan de la Cabada, escritor mexicano de izquierda, es una sátira sobre el caciquismo que tiene como premisa y telón de fondo el peso del presidencialismo, en un momento en que el presidente del México y la hegemonía del PRI eran muy fuertes.
El año de 1958 es el del cambio del sexenio de Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) al de Adolfo López Mateos (1958-1964), dos presidentes recordados relativamente con respeto; sobre todo por el contraste con los presidentes posteriores: Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) y José López Portillo (1976-1982). Es decir, los dos Adolfos fueron los últimos presidentes para los cuales el presidencialismo, si bien es una suerte de monarquía sexenal, es aceptado popularmente, sobre todo porque para un sector de la población había posibilidades reales o expectativas de mejoría económica y se percibía una relativa paz social.
Los sexenios posteriores estuvieron marcados por una crisis de legitimidad que fue creciendo en una espiral de protesta y movilización social, represión policiaca y militar e inclusive la respuesta armada insurgente, al menos desde el ataque guerrillero al cuartel de Madera, Chihuahua, el 23 de septiembre de 1965 , seguido por una sangrienta represión contra los movimientos armados y aún contra opositores pacíficos, que se prolongó, por lo menos, durante los años sesenta, setenta y ochenta.
La película El brazo fuerte está situada en el momento en que es aún fuerte el titular del poder ejecutivo, tanto, que su sola mención puede obrar “milagros”. En el argumento de Juan de la Cabada figura el cambio de situación de un trabajador de caminos que falsamente se hace pasar por ingeniero en una comunidad rural, donde renta una vivienda. El personaje pasa del inicial rechazo de todos los lugareños por verlo como un forastero a ser aceptado servilmente por todos e, incluso, a llegar a ser el nuevo cacique del pueblo.
El momento de cambio del destino de este personaje ocurre cuando recibe un documento oficial en un sobre cerrado con el logotipo y el nombre del “Poder Ejecutivo Federal”. La mujer que le renta una vivienda recibe la carta y presume a todo el pueblo que a su inquilino le ha escrito el “Señor Presidente”. Imaginando que el sedicente ingeniero es cercano al presidente, todos en el pueblo dejan de molestarlo y comienzan a ser obsequiosos con él; a ofrecerle sus mercancías, servicio y trato, al grado que se casa con la hija del “brazo fuerte” del lugar: el cacique.
Esa historia satírica, mordaz, de humor ácido, en una película bien realizada, es verosímil no solamente por la habilidad literaria de Juan de la Cabada, sino porque en México, durante esos años, la belle époque para el priismo, el presidente detentaba un poder omnímodo.
El jefe absoluto sexenal no tenía contrapeso ni dentro del poder ejecutivo (en la película, los habitantes del pueblo donde transcurren las cosas leen “poder ejecutivo” como el “presidente”), porque el gabinete, los secretarios de estado, son personal al servicio del presidente; son sus empleados, serviles para más señas. El poder legislativo y el poder judicial no existen sino en el papel, en el articulado de la Constitución de 1917, porque, en los hechos, tanto la Cámara de Diputados y la de Senadores como la Suprema Corte de Justicia, eran ocupados por incondicionales del presidente en turno. Asimismo, el titular del poder ejecutivo nombraba a los gobernadores y ni una decisión importante se podía tomar sin su aprobación.
En la película de Giovanni Korporaal aún se ve el discurso nacionalista revolucionario como la ideología oficial. Sin embargo, el caciquismo local, encabezado por el ingeniero impostor es una imagen en pequeño del poder presidencial absoluto. Por ello el filme enfrentó censura, algo que no fue raro en el México dominado por el priismo. Fue en 2020 cuando el largometraje se presentó en la Cineteca Nacional y fue anunciada como “venciendo la censura”.
Otra pieza artística que retrató en toda su grotesca grandeza el poder sin contrapesos de un presidente priista es la obra dramática El gesticulador de Rodolfo Usigli, escrita en 1938 y publicada en 1943.1 Es decir, escrita cuando era presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) y publicada en el sexenio de Manuel Ávila Camacho (1940-1946). El dramaturgo Rodolfo Usigli encontró rasgos de autoritarismo, esa monarquía sexenal que dijimos, incluso en los gobiernos de dos presidentes todavía directamente surgidos de la Revolución Mexicana, Lázaro Cárdenas y Ávila Camacho. La obra teatral El gesticulador fue representada por primera vez en 1947 y luego prohibida, bajo la presidencia de Miguel Alemán Valdés (1946-1952).
El lenguaje de Rodolfo Usigli en El Gesticulador lo mismo parodia la grandilocuencia de los presidentes y los políticos del régimen que denuncia la charlatanería, la simulación y la hipocresía imperantes en el círculo del poder: “¿Quién es cada uno en México? Dondequiera encuentras impostores, impersonadores, simuladores; asesinos disfrazados de héroes, burgueses disfrazados de líderes, ladrones disfrazados de diputados, ministros disfrazados de sabios, caciques disfrazados de demócratas, charlatanes disfrazados de licenciados, demagogos disfrazados de hombres. ¿Quién les pide cuentas? Todos son unos gesticuladores hipócritas.”
Ambas obras, la de teatro, El gesticulador, y la cinematográfica, El brazo fuerte, enfrentaron la censura y la prohibición. Esto es indicio de que la lucha por la democracia en México no fue solamente llevada a cabo por los movimientos sociales, obreros, campesinos, estudiantiles, guerrilleros, sino también por escritores, cineastas, actores, actrices y artistas que satirizaron el autoritarismo del régimen.
Bajo el régimen priista, el humor era necesario para denunciar los aspectos ridículos y risibles de un régimen que se pretendía heroico y heredero de los próceres de la Revolución Mexicana, pero cuyos presidentes y políticos destacados también podían ser vistos como arribistas, represores, autoritarios y vulgares.
Desde los clásicos grecolatinos, la sátira ha sido un modo especialmente eficaz de comunicar críticas políticas y morales, como explica Miguel Espigado: “Cuando es «relevante», todo mensaje genera alguna clase de transformación en la cosmovisión del lector, pero la sátira se encuentra entre aquellas formas más volcadas en influir en dichas cosmovisiones, a menudo con el fin de provocar mayores efectos en la realidad que satirizan.”
Otras obras que satirizaron la Revolución Mexicana y a sus poderosos herederos son por ejemplo Los relámpagos de agosto, la primera novela del guanajuatense Jorge Ibargüengoitia, publicada en 1964, en el año de transición de los sexenios de López Mateos y Díaz Ordaz. Un ejemplo más es la película Calzonzin inspector, dirigida por Alfonso Arau, con un guión escrito por Alfonso Arau, junto con el popular caricaturista Eduardo de Río “Rius”, Héctor Ortega y Juan de la Cabada. También esta película es una sátira política y centra sus dardos en la corrupción del régimen político priista y la represión a la libertad de expresión. Fue filmada en 1973, bajo el gobierno de Luis Echeverría, en los años inmediatamente posteriores a la represión del 2 de octubre de 1968 y la del 10 de junio de 1971.
Seguramente muchos de los ciudadanos, militantes, luchadores sociales, insurgentes armados e integrantes de los movimientos sociales que exigieron democracia en México en los años sesenta, setenta, ochenta y noventa habían leído o visto estas obras críticas, El brazo fuerte, El gesticulador, Los relámpagos de agosto, Calzonzin inspector, y algunas otras, como la novela breve sobre las cárceles mexicanas, El apando, de José Revueltas (1969, gobernaba Díaz Ordaz), llevada al cine por Felipe Cazals en 1976, ésta historia, no satírica sino dramática, como suelen ser las narraciones de Revueltas y los filmes de Cazals, e incluso pueden haber leído algunas de las historietas y libros de humor y difusión crítica e ideológica de “Rius”, y escuchado e incluso cantado las canciones de protesta y parodias políticas de Oscar Chávez, como “Cada seis años, mi amor, yo te juro amor eterno, pero siempre se me olvida que, cada seis años, rasuran a este gobierno, y siempre es igual, es picoso el mole, diferente el dedo, pero el mismo atole…”, canción de 1976 (gobernaba López Portillo), que satiriza los empalagosos discursos de campaña de cada sexenio, los cuales se quedaban en promesas traicionadas al asumir los candidatos el poder. La expresión “dar atole con el dedo” significa engañar, mentir y manipular.
El acercamiento desde obras literarias, teatrales, y cinematográficas, así como en la canción popular, nos da acceso a miradas críticas que percibieron en la cotidianidad de la sociedad mexicana, bajo gobiernos priistas, autoritarismo, represión, corrupción, falta de libertad de expresión e ínfulas de heroísmo y de un discurso nacional revolucionario que fue desinflándose hasta llegar a ser casi autoparódico en los labios de Díaz Ordaz, Echeverría o López Portillo.
A nivel más popular y masivo aún, funcionaron los chistes, corrosivas críticas que se compartían entre carcajadas. “Para el sistema autoritario mexicano –escribió Samuel Schmidt–, el humor se convierte en un factor de equilibrio societario que elimina halagos y apabulla al sistema meritocrático. Destruye la apropiación de las obras por parte de los políticos, ya que la función pública es algo que tienen que hacer y no requiere mayor reconocimiento por hacer su trabajo. Es una especie de revancha para aliviar la frustración que provoca la imposición del poder.”
Los discursos, obras y recursos artísticos de la literatura, el teatro, el cine, la canción, la historieta y caricatura, la sátira y el humor, fueron fuentes de una nueva hegemonía que buscaba acabar con el autoritarismo y democratizar la política y la vida social.
1 Usigli, Rodolfo, (1980), El gesticulador, Antología de autores contemporáneos 2 Teatro, Miguel Covarrubias editor, Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, https://www.memoriapoliticademexico.org/Textos/6Revolucion/IM/Usigli-Gesticulador.pdf Consultado el 28 de noviembre de 2023.