Por Javier Hernández Alpízar
“El compromiso de luchar, en todas partes y a todas horas —cada quien en su terreno—, contra este sistema hasta destruirlo por completo. La supervivencia de la humanidad depende de la destrucción del capitalismo. No nos rendimos, no estamos a la venta y no claudicamos”.
EZLN y firmantes de la Declaración por la vida.
El difunto Subcomandante Insurgente Marcos era egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Él lo dijo así, al menos una vez, en alguna de las actividades en Ciudad Universitaria, durante el recorrido nacional de la Otra Campaña en 2006. Antes lo había dicho o insinuado en un comunicado zapatista, en el cual recordaba haber presenciado un recital de Bola de Nieve en CU, en la explanada de la Biblioteca Central, probablemente en donde el propio Marcos estuvo durante la Otra Campaña y Marichuy en 2018.
Después de un inicial boom mediático acerca del EZLN, en el cual la prensa, incluso la mejor intencionada y con mayor conciencia social, se volcó, con anteojos liberales, es decir individualistas, en la persona de Marcos, dejando un tanto a la sombra a todo un movimiento social masivo indígena maya zapatista, vinieron etapas de silencio mediático durante largos periodos. Y como el propio Marcos había explicado en una entrevista de 1994, diciendo que para el positivismo lo que no es percibido no existe (refiriéndose al empirismo inglés que identificó “ser” con “ser percibido”, por ejemplo, Berkeley), en cuanto los zapatistas tuvieron menos presencia mediática, los gobiernos de los diferentes partidos políticos hicieron toda la contrainsurgencia mediática y de “programas sociales” (además de la militar, paramilitar y criminal) posible entre 1994 y 2023. Tres décadas de resistencia en autonomía y también 30 años de contrainsurgencia con libros, columnas periodísticas, revistas, libelos, caricaturas difamatorias (El Fisgón, campeón en esa contrainsurgencia), y en años recientes, rumores calumniosos en redes digitales o en los espacios para comentarios de los medios en la web.
Por ello es interesante apreciar que no toda la prensa ni todos los medios se suman a la insidiosa contrainsurgencia. Y los espacios de la UNAM destacan por hacer un trabajo periodístico y académico honesto y de gran calidad en sus medios como Gaceta UNAM, UNAM Global y en publicaciones académicas. En esta ocasión tenemos en nuestras manos el número de diciembre de 2023 de la Revista de la Universidad Nacional, casi en su totalidad con textos de análisis y reflexiones acerca del EZLN, en el 30 aniversario de su alzamiento armado y declaración de guerra contra el gobierno de Salinas de Gortari del 31 de diciembre de 1993- 1 de enero de 1994.
El número sobre el EZLN puede leerse en línea o descargarse en pdf en el sitio web de la Revista de la Universidad Nacional (https://www.revistadelauniversidad.mx/releases/10358e25-1935-47db-852c-829dfe19fe6d/ezln )
Al ver una publicación así, se comprende la importancia de la autonomía universitaria, cuya institución tiene que reflejar la pluralidad de la sociedad; lo cual le permite conjuntar en su revista reflexiones documentadas, informadas, argumentadas, sobre temas como la participación de las mujeres y compañeroas otroas en el zapatismo actual o la tentativa de rebasar la visión estadocéntrica, con textos como los de Sylvia Marcos y Margara Millán, sobre el impacto del zapatismo en el arte y la cultura, por ejemplo la literatura, el cine, las artes plásticas, la música (textos como los de Hermann Bellinghausen y Raúl Romero), asimismo, su relación con el movimiento indígena nacional y su aportación para evidenciar y ayudar a enfrentar el racismo. Las ilustraciones mismas y las fotos del número son ya una antología del arte de inspiración zapatista.
Estos y otros temas son abordados por autoras y autores como Guiomar Rovira, Yasnaya Elena A. Gil, Neil Harvey, Carlos González, Aída Hernández Castillo, Diego Enrique Osorno, entre otros. Además incluye, completos o con fragmentos representativos, documentos del EZLN como la Primera y la Sexta Declaraciones de la Selva Lacandona, el comunicado ¿De qué nos van a perdonar?, la Carta por la vida y la participación zapatista en el Encuentro “Intergaláctico” por la Humanidad.
Pero el número de diciembre de 2023 no es un número nostálgico sobre el alzamiento zapatista, sino una revisión de diferentes etapas, iniciativas y momentos clave del movimiento social zapatista.
Y pese haber sido publicado antes de varios de los comunicados zapatistas más recientes, en los que los rebeldes indígenas informaron de la desaparición de los municipios autónomos (MAREZ) y las Juntas de Buen Gobierno (JBG) y anunciaron sus nuevos Gobiernos Autónomos Locales (GAL) que radicalizan y profundizan su autonomía, así como su propuesta de llegar a acuerdos entre comunidades zapatistas y no zapatistas para hacer de las tierras recuperadas tierras comunes o de no propiedad, algunos textos de este número nos dan pistas de que éstas no son ocurrencias recientes de los mayas zapatistas, sino que tienen su origen en las prácticas de recuperación de la tierra desde 1994 y años siguientes. Así lo cuenta Mariana Mora, en su pieza “Kanantayel Lum K’inal, en la autonomía zapatista”:
“Cuando el EZLN recuperó las tierras de 17 de Noviembre, estaban tan erosionadas que fue casi imposible cultivar ixim —maíz en tseltal— durante los primeros años. Sus pobladores recuerdan que el pasto estaba lleno de garrapatas que antes se alimentaban de la sangre del ganado y, al caminar por el campo, los rebeldes se exponían a sus mordidas.
“Para restablecer el vínculo con la tierra, había que reponer sus nutrientes. Pasaron años antes de conseguirlo. Tuvieron que reinventar las técnicas agrícolas, retomando los conocimientos de los ancianos y lo aprendido en intercambios agroecológicos. Uno de los primeros acuerdos de las asambleas fue prohibir la tala de árboles y el uso de pesticidas y fertilizantes químicos para que los bosques y los terrenos pudieran recuperarse tras años de deforestación. También establecieron milpas colectivas, donde las familias trabajan por turnos, para obtener una cosecha que se integra a un fondo común.
“Estas prácticas agrarias le dieron forma a otros ámbitos de la autonomía zapatista.”
La posesión, defensa y uso colectivo de la tierra ya tiene un antecedente en la relación de los mayas zapatistas con las tierras recuperadas, así como su recuperación para una agricultura orgánica y ecológicamente sustentable. Lo más probable es que tiene raíces en la memoria del saber maya ancestral, como lo han reivindicado en sus recientes comunicados.
Y la contrainsurgencia, tanto la antizapatista en Chiapas como la contrainsurgencia contra las autonomías indígenas en todo el país, va directamente contra esa visión comunitaria y colectiva de la tierra al pretender hacerla individual, mediante la propiedad privada y la fragmentación de los campesinos e indígenas, es decir, la destrucción del tejido comunitario.
Así lo expresa Heriberto Paredes en un texto que con brevedad y contundencia expresa la contrainsurgencia, desde el título del artículo, “Los nuevos enemigos de siempre”:
… “las bases de Sembrando Vida contravienen las costumbres de los pueblos mayas que habitan en Chiapas. «Las comunidades indígenas y campesinas tienen una tradición de gestión colectiva del territorio, apoyada en la propiedad social de la tierra y en la asamblea como máxima autoridad. El programa está socavando intencionalmente las estructuras que les permiten cierto grado de autonomía», se lee en un documento del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano. Para recibir los apoyos hay que abandonar las prácticas colectivas del cuidado y la siembra de la tierra y adoptar el individualismo, mucho más adecuado si se pretende parcelarla en pequeñas propiedades para comprarlas o venderlas.”
El entrecomillado dentro de la cita es porque Paredes cita el estudio “Comunidad y autonomía frente a Sembrando Vida”, del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano, Ciudad de México, 2021.
Como vemos, este número de la Revista de la Universidad Nacional, especialmente dedicado a nuestros contemporáneos mayas zapatistas, acerca a sus lectores una serie de reflexiones sobre el momento actual de su organización autónoma y su reivindicación de lo común, lo que Jean Robert, en más de un texto (por ejemplo, en La libertad de habitar) llamó los commons.
Para decirlo en términos de Robert, los zapatistas están defendiendo los commons y con ellos su (y nuestra) libertad de habitar. Eso significa defender la vida en tiempos en que el capitalismo y el patriarcado hacen una guerra de amplio espectro contra la subsistencia y contra los pueblos, en lo que Raúl Zibechi ha llamado “extractivismo feminicida”. Los zapatistas nos han llamado a defender la vida, por lo cual tiene mucho sentido la defensa de los pueblos indígenas de la subsistencia, la comunalidad, la territorialidad o el territorio, la autonomía y la Madre Tierra.
La autonomía de la UNAM y de las universidades e instituciones culturales, con la libertad de pensamiento, investigación, expresión y cátedra, son quizá también parte de esos commons que tenemos que defender. Como sea, es esperanzador ver que no toda la academia ni toda la prensa asume la contrainsurgencia antizapatista, sino que publicaciones como la Revista de la Universidad Nacional siguen pensando libremente sobre estos defensores de la libertad que son los zapatistas actuales.
Revista de la Universidad Nacional, Diciembre de 2023, UNAM; México.