Hablan de una guerra civil, nadie ve sangre ¿Existirá?
Cien o cien mil consumidos de hambre
¡Qué lejos están!
(Serú Giran)
Alguien decretó que los 13 de julio de cada año sean día mundial del rock. Así que podemos conmemorar el rock nuestro de cada día.
Si bien el rock es una apropiación hegemónica de la música nacida de la esclavitud negra en Estados Unidos (como el jazz, el blues, los góspel, el rhythm and blues), su posicionamiento en la cultura no ha sido meramente de dominación, sino que, como casi todo en el terreno de la cultura, y sobre todo en las culturas de masas y el pop, es campo de expresión y de disputa de la hegemonía, pugna entre la voz del amo y las voces, los coros, de los esclavos rebeldes.
Del amplio campo de manifestaciones de este forcejeo de hegemonía y contrahegemonía, hablemos de lo poco que conocemos, desde México.
La India fue una colonia del Reino Unido y la lucha por su independencia dio al mundo a un ícono de la lucha pacífica, basada en la autoridad moral de quien tiene la razón y la fuerza de la organización democrática: decía Gandhi que la no violencia no es para los débiles, sino para los fuertes, y el pueblo de la India era el fuerte. La independencia se logró, aunque las divisiones religioso-ideológico-políticas llevaron no sólo al asesinato de Gandhi sino a la separación de Pakistán.
Con el tiempo, la relación de hegemonía no dejó de existir en lo cultural, por ejemplo la novela de la escritora Arundhati Roy (El dios de las pequeñas cosas) fue escrita en inglés. Cuando aparecieron como rockstars en la escena mundial los Beatles, muchos grupos en la India, como en todo el mundo, formaron grupos del rock y trataban de sonar como sus ídolos británicos.
Sin embargo, a mediados de los sesenta, los Beatles se interesaron en la meditación, en la música de la India, especialmente su guitarrista George Harrison, quien se convirtió la religión de Hare Krishna y aprendió a tocar la cítara con el maestro Ravi Shankar. Incluso, con ayuda de amigos músicos, organizó un concierto en solidaridad con el pueblo de Bangladesh, asolado por la hambruna.
A mediados de los sesenta, los jóvenes de la India vieron cómo los Beatles se interesaban seriamente en la música y la cultura de la India y la incorporaban en sus canciones, como Harrison en Within you without you y The inner ligth, John Lennon en letras como Across the universe, y Paul McCartney en partes de la letra de Hello, goodbye.
La relación de los Beatles con México y su cultura estuvo marcada por el hecho de que nunca vinieron a tocar en vivo, aunque algunos Beatles vinieron a vacacionar o de negocios como Ringo Star, y solamente como solistas vendrían muchos años después este baterista y Paul McCartney. El amor de Ringo por la música country le llevó a apreciar el folklore mexicano, al grado de grabar una canción con mariachi: Las brisas.
El hecho de que el cuarteto nunca viniera a tocar en nuestro país, dio pasto a la leyenda de que John Lennon o que los cuatro Beatles habrían venido a conocer a la maestra María Sabina y a probar sus hongos. Leyenda al fin, pero que dejó eco en la grabación de una banda, literalmente, es decir, una banda de alientos típica, la Banda Plástica de Tepetlixpa, grabara canciones de los Beatles como Yellow submarine.
Durante mucho tiempo, la relación de los músicos de Liverpool con México se reducía a fragmentos y alusiones, como “Mexico city” mencionada en la letra de The back seat of my car de McCartney, o el uso de una marimba en alguna canción de Harrison como solista.
Pero como vimos en el caso de la India, el contacto de la música mexicana y la de los Beatles existió y llegó a tener alguna influencia.
Una de las primeras canciones de su repertorio fue el cover de Twist and shout cuya versión original del grupo Top Notes estaba más que inspirada en el son jarocho La bamba, introducido en la tradición del rock y el pop por el músico chicano Ritchie Valens. Sobre La bamba, hay una película, en la cual las canciones del Valens son interpretadas por el grupo pocho Los Lobos, quienes no solamente ha interpretado música tradicional mexicana (La Anselma, La Guacamaya, Sabor a mí, etc.), sino que han hecho un cover de Tomorrow never knows.
Así que La Bamba y Twist and shout son en realidad dos versiones de un misma canción mexicana, irónicamente luego Vianey Valdez hizo el cover en español como Muévanse todos. En la tradición anglosajona, diversos músicos han tocado la canción con las letras de Twist and shout y de La bamba, entre ellos Bruce Springsteen.
Pero la mayor influencia de la música mexicana en los Beatles es la que tuvo Consuelo Velázquez con Bésame mucho, canción de fama mundial, cantada en inglés por estrellas como Frank Sinatra. Pedro Infante la canta en inglés imitando a Sinatra en una de sus películas, “A toda máquina”. El bolero causaba nostalgia en los soldados que se iban a la segunda guerra mundial y se separaban de sus novias o esposas.
Paul McCartney, quien ya venía de una familia que amaba la música popular, como el jazz y la comedia musical, siempre ha gustado de Bésame mucho y los Beatles la tocaban y cantaban en vivo, en Liverpool y Hamburgo, en una versión rápida como rock and roll, ya que así la tomaron de otro grupo. Algunas versiones quedaron en grabaciones en vivo, en uno de los tracks de las Antologías, y alguien le ha escuchado a Paul tocarla en pruebas de sonido previas a algún concierto.
Bésame mucho es una de las canciones más populares y con más versiones o covers, al lado de canciones como La chica de Ipanema y Yesterday, de Paul McCartney. Pero Consuelo Velázquez podría casi reclamar dos de ellas, pues algunos musicólogos han encontrado muchísimas coincidencias estructurales y fonéticas entre Bésame mucho y Yesterday. Quizá no se trate de un fusil o plagio, sino de una profunda influencia inconsciente (Bésame-Yesterday). El propio Paul preguntó al “quinto Beatle”, George Martin, si no había escuchado la melodía de Yesterday antes, pues le sonaba a una canción que ya existía y no lograba recordar. En su momento, nadie la reconoció, pero con los años y análisis más minuciosos, otros encontraron que hay una relación genética y genealógica entre Bésame mucho y Yesterday.
Así que la influencia entre los Beatles y la música mexicana no es unilateral, no es solo una banda de alientos mexicana interpretando Yellow Submarine, sino los Beatles cantando el son jarocho La bamba como el rock Twist and shout y Consuelo Velázquez influyendo en Yesterday.
George Harrison se casó con una mujer de ascendencia mexicana, Olivia Trinidad Arias, y no es difícil que, junto con ella, escuchara en casa música de Jorge Negrete o de Los Panchos. Incluso alguna vez Harrison pagó a un mariachi para que adaptaran y le tocaran a ella, en su cumpleaños, una canción de amor que él le escribió: Dark sweet lady.
La recuperación del rock no solo en la memoria popular, sino en la lucha social es todo un tema. El documental muy denostado, con cierta argentinofobia, “Rompan todo” mostraba cómo golpes de estado, represiones como la de Tlatelolco en 1968 y hasta tragedias como terremotos, influyeron en el rock latinoamericano. Y así como los Beatles compusieron letras sobre luchas sociales, como el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos (Blackbird, de la cual han hecho covers grupos afroamericanos como The 5th Dimension) o criticaron, junto con su generación, la guerra de Vietnam, también en América Latina muchos grupos de rock apoyan a movimientos sociales como al zapatismo en México. Algo de ello ha sido documentado en libros, como Rock y neozapatismo, del músico de rock Benjamín Anaya. Y en las canciones, queda testimonio en temas como Olvido de Santa Sabina o El Señor Durito y yo de León Gieco.
Silvio Rodríguez reconoció que fueron importantes los Beatles para tomar su camino en la composición, y la influencia y simpatía por los Beatles ha estado explícitamente reconocida en músicos como Caetano Veloso, Elis Regina, Charly García, Fito Páez, Rita Lee, Cássia Eller, Gustavo Ceratti, León Gieco, Los Fabulosos Cadillac o Los Prisioneros, y no digamos grupos como The Shakers. Pero la apropiación no ha sido sólo por influencia musical, también se ha verificado en una apropiación de esa música por los movimientos sociales, como el zapatismo.
Al responder afirmativamente a la propuesta de diálogo para la paz, en 1994, el difunto subcomandante Marcos usó el título de una canción de Lennon: Give peace a chance. Y más recientemente, los zapatistas musicalizaron un video sobre la solidaridad internacional con las comunidades zapatistas con una canción Beatle en la versión de Joe Cocker: With a little help from my friends.
Si bien el Reino Unido es una metrópoli capitalista, y no se diga el hegemón Estados Unidos, la música de rock no tiene un papel unilateral como ideología imperial que afirme la dominación, pues en él ha habido también impulsos de contracultura y de contestación con los cuales músicos y movimientos sociales rebeldes pueden dialogar. La hegemonía es siempre un campo en disputa.
Tanto musical como ideológicamente, el rock y la contracultura mundial tienen muchos vasos comunicantes: pueden ir de Roger Waters cantando El derecho de vivir en paz de Víctor Jara a Mercedes Sosa cantando Ellas bailan solas (They dance alone), una composición de Sting.
Las memorias estéticas y de la lucha unen tradiciones, de ida y de regreso: el flautista de Jethro Tull, Ian Anderson, ama la música andina, de manera que no son sólo Simon y Garfunkel cantando con letra en inglés El condor pasa, sino un músico en el metro de la Ciudad de México tocando con instrumentos andinos The sounds of silence. Los ríos de las tradiciones se retroalimentan.