Hotel Abismo: El Paraíso y la guerra

Por Javier Hernández Alpízar

La extensión territorial de las guerras contemporáneas es tan indefinida como la guerra misma y bien se puede caracterizar como una guerra infinita de los grandes poderes y las grandes potencias contra los pueblos del mundo: guerras de saqueo y disciplinamiento.”

Ana Esther Ceceña

El Paraíso es una grieta en medio del Infierno, o bien es una tierra de nadie entre el mito y la realidad de la guerra.

Retomando al Filoctetes, héroe de la Ilíada, que Simone Weil consideraba el poema de la fuerza, una reflexión sobre la fuerza como el único verdaderamente protagonista de la guerra, Kae Tempest relee el mito a la luz de las guerras contemporáneas.

Bajo la dirección de Enrique Singer y con la producción de Teatro UNAM, Paraíso es una puesta en escena de excelente factura, con ingredientes como una dramaturgia del primera, un buen espectáculo con inicio de multimedia, sonorización como cine y un buen equipo actoral que encarna el texto, el doble filón mítico y actual, con elementos reflexivos sobre la guerra, el militarismo y la resistencia.

Filoctetes es la prueba viviente de los estragos de guerra en el combatiente. Odiseo y Neoptólemo son el botón de muestra del daño que hace la sola formación y profesión militar: la mentira, la traición, la cobardía, el abuso, la personalidad de individuos entrenados para matar, lisa y llanamente.

El reencuentro de Filoctetes y Odiseo, en la isla de Lemnos, se presenta como un momento de bifurcación: ¿volver a la guerra, como demanda la maquinaria de producir muerte que necesita de profesionales en matar, o negarse?, aceptando que la guerra es el mayor sinsentido, y que los verdaderos héroes son quienes resisten. En este caso, las mujeres, las hermanas, la comunidad de víctimas, sobrevivientes, refugiadas de diversas naciones, desplazadas de guerra, que en el desarrollo dramático juegan el papel del coro, las sirenas, las arpías, brujas, consejeras, parcas, videntes, curanderas, confidentes, pero, sobre todo, compañeras solidarias en el momento decisivo y ellas mismas la encarnación de la resistencia, el contrapunto de vida: conservación y cuidado de la vida que para los guerreros es menos importante que la muerte y las razones de Estado, de la maquinaria de muerte.

Los textos son versátiles y llevan de los colores y matices del drama a la comedia, la farsa, y los monólogos, que portan la carga del ensayo antibélico, antimilitarista y pacifista, lúcido, inteligentemente representado.

La guerra como una hambrienta necesidad de sacrificar vidas aparece ante los ojos de Filoctetes y de las mujeres en su crudeza y su absurdo, porque no hay gloria en matar, en matar lo mismo a enemigos militares que a civiles inocentes.

Además, hoy la guerra sostiene a gobiernos que practican, aunque con otros nombres, el fascismo y el genocidio, y a líderes que se sostienen en las mentiras, en la traición y el deshonor, como los militares mismos.

En contraste, las mujeres sostienen la vida, los cuidados, la relación con la tierra, los rituales, la palabra, lo que nos hace humanos.

Nos han contado el mundo al revés, al relatarnos una historia de batallas y de héroes, cuando las verdaderas heroínas son las mujeres que han sobrevivido a la violencia y han conservado las semillas para que la vida no se extinga.

A veces, las mujeres y su comuna de resistencia, parecen la Asamblea de las mujeres, en la obra de Aristófanes, que se rebelan contra las consecuencias de la guerra del Peloponeso.

Cuando las mujeres retoman su cotidianidad de vida y comunión con la naturaleza que les da vida, nos recuerdan las palabras de Ana Esther Ceceña sobre la hegemonía: es la misma necesidad de vivir, de salvar la vida, la que obliga a los seres humanos a construir alternativas contrahegemónicas. Otro espacio es el arte, que rescata el valor de la palabra, del pensamiento, de lo cordial.

Julieta Egurrola encarna a Filoctetes, justicia poética, ya que nos dicen los historiadores que en Grecia sólo había actores hombres y ellos hacían los papeles femeninos. Ella protagoniza los momentos de monólogos-ensayo, con la reflexión antibélica dicha desde quien ha vivido la guerra como protagonista.

La puesta en escena cuenta con Luis Miguel Lombana como Odiseo, Gabriela Núñez como Jazmín, y Lucio Giménez Cacho Goded como Neoptólemo (cuyo nombre significa “guerra”, según los diálogos de Paraíso; en realidad: “joven guerrero”).

Tayir: Georgina Tábora. Tishani: Nikhol Dahuach. Magdalena: Yessica Borroto. Nam: Alejandra Torreblanca. Shiloh: Priscila Rosado.

Paraíso da funciones hasta el 17 de agosto. Suspende función el viernes 9 de agosto. Los jueves y viernes es a las 19:30 horas; el sábado es a las 19:00 horas y el domingo, a las 18:00 horas. Duración: 120 minutos. Recomendada para mayores de 12 años. Teatro Juan Ruiz de Alarcón, Centro Cultural Universitario, Insurgentes Sur 3000.

Cartelera: https://teatrounam.com.mx/teatro/entradasteatro/paraiso/

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