La montaña y el viento 4: Adagios

ADAGIOS

Agosto del 2024.

Recomencemos, pues, con algunos aforismos de hace décadas.  Compruebe usted si lo señalado entonces, ayuda o no a entender lo que ocurre ahora.

I

  El objetivo del pensamiento crítico no es encontrar la verdad (y, por lo tanto, construir una nueva coartada para la arbitrariedad en turno), sino cuestionar “verdades”, confrontarlas, desmantelarlas y mostrarlas como lo que son: la opinión idiota de uno o varios idiotas (claro, y de una o varias idiotas -no olvidar la paridad de género -) y con muchos o pocos seguidores.  El pensamiento crítico no es sólo una posición teórica.  Es, sobre todo, una posición ética frente al conocimiento y la realidad.

II

  Eso que llaman “Historia” (así, con mayúsculas) es sólo un cadáver maquillado torpemente por los políticos y sus escribas.  Sin embargo, a la mesa del político en el Poder, no se sienta un esqueleto.  Apenas un espejo.  Se puede embellecer el marco, pero el espejo seguirá reflejando la misma descomposición de la realidad.  La diferencia entre ataúdes no cambia la similitud de su contenido.  Cuando los gobiernos acusan al espejo, por ser cóncavo, de deformar la realidad, pretenden esconder que es su mirada la que excluye las deformaciones.  La misma mirada en la que ÉL es quien todo lo ilumina y colorea.

La historia pasada, así con minúsculas, no es más que el antecedente de la pesadilla presente.  Hoy se labran la muerte y la destrucción del mañana.

III

  La idea no precede a la materia.  Antes, al contrario.  No es una teoría social o filosófica la que da origen al capitalismo como sistema dominante.  Ni a sus diferentes etapas.  La teoría social es un gigantesco estante de ideas al que acuden las diferentes propuestas políticas en búsqueda de razones que le den sentido a la sinrazón.  Los sistemas dominantes no son sino un mismo cuerpo con ropajes distintos en su presentación, pero iguales en su hipocresía.

La teoría social de moda es sólo un bestseller momentáneo, que convive con teorías de autoayuda, de cómo ganar amigos (“followers” se dice ahora), y de fundamentaciones de que el fin justifica los medios dependiendo si se trata del conservadurismo o del progresismo (que no es más que un conservadurismo blando).

Lo que da origen al capitalismo es un crimen.  Y cada etapa de su desarrollo semeja la de un asesino serial: cada vez adquiere más experiencia.  El trabajo de los teóricos oficialistas es embellecer ese crimen con algo de romanticismo, aventura y, claro, frivolidad.

En teoría social, las más de las veces no se busca entender para revolucionar, es decir, para cambiar las bases materiales, un sistema.  Lo que buscan los “teóricos”, ayer de oposición y hoy oficialistas, es un relevo en la cofradía.  Por eso los aNexos de ayer son los caricaturistas de hoy.  Cambian los nombres y oficios, pero la apología es la misma.  Y, claro, la paga.  La reacción de la derecha ilustrada es la de una pareja despechada, indignada porque se escogió a otros.  Y esos otros, a lo que aspiraban era a ocupar el lugar de los apapachados de ayer.  Comparten la misma anemia intelectual, así que no hay problema.

El historiador de hoy acomoda la historiografía al gusto del Mandón.  Acude al anaquel de las ideas buscando personajes, sea para construir villanos, sea para construir héroes.  Que ahora se incluyan villanas y heroínas, es una benévola concesión a un feminismo que se conforma con poco o nada.  El mayor temor de un historiador de hoy es encontrar grupos, colectivos o pueblos enteros como responsables de un período.  ¿Quién puede vender un libro con la biografía de un no individuo?  Porque eso es una comunidad.

El historiador de hoy vende coartadas y es el sustento publicitario de la historieta de cartón piedra del Poder.  Para él, la historia es sólo la escenografía de fondo que adorna su presente luminoso.  El equivalente literario de las escenografías fastuosas sobre los pueblos originarios, son las biografías y las investigaciones cultivadas en los círculos del Poder.  Así los calendarios se ajustan a conveniencia y se convierten en victorias las derrotas de un imperio frente a otro.

La confusión es tal que hay quien piensa, sostiene y argumenta, que el Imperio Azteca era la panacea de los pueblos originarios antes de la conquista española, que Rusia es la URSS y que China es una geografía con el comunismo como sistema dominante; que el pueblo es sabio si vota Lula, Kirchner, PSOE, Macron, y Harris; e ignorante si vota Bolsonaro, Le Pen, Milei, Trump.  Pocas cosas están tan prostituidas como la “democracia”, pero ninguna es más cara.

En la desconocida historia de las claudicaciones, quienes callan y maduran (así se enseña en la escuela de cuadros de El Partido), acuden al estante de las ideas para comprar algo que les sirva.  Es inútil: la traición a principios y convicciones es una claudicación, aunque de Poulantzas se vista.  El mote “de izquierda” no cambia la esencia de un hecho: es complicidad con un crimen, el peor de todos: el de un sistema contra la humanidad.

IV

  En política no hay muertos, sólo cadáveres reincidentes.

Como se decía de Pedro Infante: el PRI no ha muerto, vive en el corazón de todos los partidos políticos.  Por eso los políticos profesionales cambian de siglas como de calzones sin ningún problema.  Aunque los calzones siquiera los lavan… o tal vez no.

No hay diferencia alguna entre políticos progresistas y de derechas, así como no hay diferencias fundamentales entre patrones buenos y malos.  Ambos administran un despojo.

Las opciones políticas no cambian en sus objetivos (tener el gobierno), ni en su quehacer (servir al Poder económico).  Sólo cambian las coartadas.

V

  En su etapa actual, el sistema realiza una nueva guerra de conquista, y su objetivo es destruir/reconstruir, despoblar/repoblar.  Destrucción / despoblamiento y reconstrucción / reordenamiento de una zona es el destino de esa guerra.

El gobierno de Israel no está vengando los atentados de Hamás del 7 de octubre del 2023, está destruyendo y despoblando un territorio.  El negocio no está sólo en la destrucción y el asesinato masivo, estará en la reconstrucción y reordenamiento.  Por eso la evidente complicidad de los Estados Nacionales del mundo.  Cuando las “naciones” envían pertrechos militares a Israel no sólo están apoyando el genocidio contra el pueblo palestino.  Están invirtiendo en ese crimen.  Ya vendrán luego los dividendos de ese negocio.

VI

  No hay destrucciones “buenas” o “malas”.  Cambian las excusas y los colores, pero el resultado es el mismo.  Entre el Tren del Istmo porfirista, el Plan Puebla-Panamá foxista, y el Corredor Transístmico morenista no hay diferencias sustanciales.  Unos fracasaron y el otro también lo hará.  Su objetivo no es el bienestar (como no sea el de los grandes capitales), ni la modernización porfirista del despojo: es simple y llanamente una frontera más de las que ya existen.  Y, como sus pares, también serán horadadas.  Y no por los miles de migrantes, sino por la corrupción y el cinismo que, siglos después, descubren los neo esclavistas de hoy: el tráfico de seres humanos es un negocio con una fuente inmensa de materia prima (obtenida con las guerras y las políticas de los distintos gobiernos).  Y la inversión de capital es mínima: sólo necesitas burocracia, crueldad y cinismo.  Y de eso hay abundancia en el Capital y en el Estado.

Los llamados megaproyectos no derivan en desarrollo.  Son sólo los corredores comerciales abiertos para que el crimen organizado tenga nuevos mercados.  La disputa entre cárteles rivales no es sólo por el tráfico de personas y drogas, es sobre todo la disputa por el monopolio del cobro de piso en lo que se mal llama “Tren Maya” y “Corredor Transístmico”.  A los árboles y animales no se les pueden cobrar cuotas, en cambio sí a las comunidades y a las empresas que se asienten en esa otra inútil frontera en el sureste mexicano.

Se asegura así el crecimiento de las guerras por el control territorial, en las que estará ausente el holograma del Estado Nación.

Partir del criterio de que la violencia de lo que llaman “Crimen Organizado” es una anomalía del sistema, no sólo es falso, también impide entender lo que sucede (y obrar en consecuencia).  No se trata de una irregularidad, sino de una consecuencia.

El objetivo es consensuado: el Estado quiere un mercado abierto (“libre” de intrusos -o sea de pueblos originarios-), y los otros quieren el control de un territorio.

A imagen y semejanza de lo que se dio en llamar Capitalismo Monopolista de Estado, en el que el Capital esperaba que el Estado creara las condiciones para su implantación y desarrollo, ahora se trata de lo que los militares llaman una “maniobra de pinza”: ambos – Estado y Crimen Organizado-, atenazan un territorio, lo destruyen y despueblan, y luego entra el gran Capital a reconstruir y reordenar.

Mienten quienes dicen que hay una alianza entre los gobiernos y el crimen organizado.  Así como no hay alianza entre una empresa y sus clientes.  Lo que hay es una simple -aunque costosa- operación mercantil: el Estado ofrece una ausencia y el cártel en cuestión “compra” esa ausencia y suple la presencia del Estado en una localidad, región, zona, país.  La ganancia es mutua entre vendedor y comprador, la pérdida es para quienes sobreviven en esos lugares.  “Quien paga o presta, manda”, es el añejo aforismo que “olvidan” los analistas y los “científicos sociales”.

En cuanto a lo que se llama el “Crimen Organizado”, el Estado y el Capital hacen un cálculo equivocado (as usual): suponen que el empleado se va a sujetar a lo convenido.  Y no que va a operar por su cuenta.

Como pasó con el aliento y creación de grupos paramilitares, que, como estaban formados por indígenas, se pensaba que se podían controlar.  Después de todo, se trataba de personas ignorantes y manipulables.  Y entonces Acteal.  Tienen razón las Abejas, la matanza de Acteal en 1997, con su crueldad y la impunidad consiguiente, fue sólo el preludio de la pesadilla actual.  El Estado piensa que los del llamado Crimen Organizado son sus sirvientes y van y vienen según se les indique o se le obligue.  Por esa creencia es que se llevan las sorpresas que padecen.

Ahora, trate de responder esta pregunta: ¿Por qué en un estado federativo militarizado por 30 años, ahora florecen los cárteles y sus enfrentamientos con el beneplácito gubernamental de quienes invadieron el suroriental estado mexicano de Chiapas, alegando que evitaban así la “balcanización” de la república?  Sí, parece que el territorio mexicano está más fragmentado que nunca.

(Continuará)

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

El Capitán.
Agosto del 2024.

 

Publicado originalmente en la página de Enlace Zapatista: https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2024/08/15/adagios/

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