Al compañero Francisco David Reyes Jiménez, in memoriam, con un abrazo a Ofelia, a sus familiares, compañeros y deudos
Decía Juan de Mairena (Antonio Machado) que, en Castilla, lo que no es tradición es plagio. Pero la tradición es tan amplia, tan vasta, y nos permea tan hondamente, que normalmente no la citamos, la damos por sentada como territorio común de la lengua y de los saberes comunes, los de todos, el dominio público.
Y la tradición no es sólo oral, es también la tradición escrita, conocida directamente por los lectores, y por una suerte de “ósmosis” colectiva por muchos más: aunque un hispanohablante (e incluso hablantes de otras lenguas) no haya leído jamás El Quijote, sabe quiénes son Don Quijote y Sancho, Dulcinea, e incluso la icónica anécdota de los molinos de viento.
Pero quienes vivimos en la modernidad y en un entorno urbano no podemos tener suficiente con la tradición oral, no nos basta para reunir los mínimos elementos que nos permitan leer, interpretar, comprender nuestro mundo.
Por ello, por ejemplo, Paulo Freire y los educadores populares insisten en la alfabetización, y saben que no es solamente para leer libros o periódicos, sino para leer el mundo, leer la vida, leer nuestro tiempo en la historia de los seres humanos, e incluso de los seres vivos.
Se comprende que en ocasiones puedan pedirte hacer el ejercicio de hablar sin citar a otros (o escribir sin citar a otros), para hacerte responsable de tu propia voz, pensamientos, aseveraciones, pero eso no puede ser sino la excepción: porque acostumbrarse a no citar, cuando en verdad se sabe que está uno en deuda con una tradición multisecular, sería una invitación al plagio.
La lectura incompleta, parcial, unilateral, reificada y reificante del mundo es una falsa concreción, o una pseudoconcreción (digamos, con el Karel Kosík más marxista). Toma por el todo a solamente parte de la realidad, toma por universal y necesario lo que es resultado y debe ser explicado, no supuesto; toma por fin, lo que es sólo un medio; toma por obvio lo que está lleno de cosas dudosas: nos da gato encerrado por liebre libre.
Ninguna cosa, ni la más sencilla, es sólo una cosa, un sistema cerrado y fijo: cuando reificamos a la cosa hacemos taxidermia de la realidad: cada cosa es un nudo de relaciones, entre elementos, compuestos, procesos, reacciones, energías, transformaciones y entre seres humanos, relaciones interpersonales, colectivas, comunitarias, sociales, históricas.
Ver esa dinámica en la que está inserta cada cosa podría dar vértigo si no encontramos patrones, regularidades, aspiraciones o tentativas de universales, de legalidades, de logos.
Quizá por eso, cuando personas desde distintos lugares piensan atentamente, concienzudamente en algunos temas, fenómenos, problemas, enigmas, interrogantes, cosas, pueden llegar a conclusiones o propuestas parecidas, paralelas, complementarias o convergentes.
Sin embargo, aunque tomadas de diferentes lugares, siempre tenemos a quienes agradecer o reconocer los pensamientos que nos dieron impulsos para desarrollar nuestras ideas: reconocerlo es hacer consciente que tenemos raíces, antecedentes, sean muy sofisticados y “universales” o muy sencillos (y hasta humildes) y “locales”. No nos olvidemos de citar, para reconocer esos antecedentes, esas bases y raíces, y para ayudar a difundir a quienes con sus pensamientos, sus escritos, sus planteamientos nos han ayudado a caminar un trecho en el interminable camino de querer comprender.
Probablemente en comunidades de tradición oral una persona puede discurrir sabia y lúcidamente sin citar un solo autor, pero en contextos urbanos, irremediablemente modernos, sin lecturas no llegamos muy lejos: probablemente nos estacionemos descubriendo una verdad por la cual Pero Grullo nos podría demandar por plagio.
Recuperemos a los viejos de la tribu humana, los sabios, por suerte en los seres que hablamos, esos viejos están en la memoria, la tradición, la lengua, los libros: incluso, leer, rememorar, citar nuestros libros es un poco también recordar a nuestros muertos, y a sus testimonios de vida y pensamiento, sus escritos, sus textos, sus poemas, sus libros.
Parafraseando a Juan de Mairena, maestro de gimnasia y de manera extracurricular, de retórica, sofística y poética: menos plagio y más tradición, más citas.