“Se ha ocultado la Luna.
Se pusieron Las Pléyades.
Es la medianoche, pasan las
horas y yo me acuesto sola.”
Safo. (tomado de Astrolabio, fanzine espacial, enero de 2024)
Para el compañero Arizz,
cuyo trabajo informativo y análisis son imprescindibles.
El festival o encuentro “Rebel y Revel Arte” ha sido un excepcional foro de intercambio y comunicación, lo que los anfitriones llaman “compartición”, de arte en un sentido amplio, más allá de la concepción moderna (burguesa, capitalista e individualista) de arte.
Probablemente la concepción amplia e incluyente de arte, como trabajo humano, hechura de manos humanas, hecha para la vida, se aproxima a la noción griega antigua de techné o lo que el filósofo chino Yuk Hui llama “cosmotécnica”: una visión de la técnica (que incluye el arte) desde una cosmovisión propia, autóctona, diferente de la occidental que separó lo técnico (hoy tecnológico) de lo artístico.
Los zapatistas presentaron sus obras, sus piezas (teatro, poemas, pinturas, rap, música) como colectivos; ya sea como trabajos masivos (teatro comunitario, ecologista, anticapitalista) con actores, artistas, de muchas comunidades y de varios Caracoles; o bien poemas corales o rap de un grupo originario de una comunidad, Caracol, zona y lengua propia específicos: no es arte anónimo sino arte firmado y reivindicado comunitariamente.
Esos trabajos, en lenguas originarias y en castellano (los pueblos y comunidades zapatistas han incrementado su índice de castellanización sin aculturarse, siendo bilíngües o plurilíngües) compartieron escena (en un templete, en una cancha deportiva con piso de concreto, en el auditorio del Cideci o en una galería en un cuarto de madera y un auditorio para proyecciones en el Caracol Jacinto Canek) con los trabajos de muchos individuos, colectivos y organizaciones de México y de diversos países.
Pero los zapatistas no solamente presentaron trabajos en técnicas y formatos que en Occidente se reconocen artísticos sino también en trabajos que otros solamente considerarían técnicas, trabajos manuales o “artesanales”: el arte de hacer flautas de carrizo, el arte de hacer cuerdas y redes de pesca con fibra de maguey, o bien la exploración con pigmentos vegetales y naturales para pintar sin pigmentos industriales. Algunas pocas escuelas occidentales intentaron incluir algunas de esas artes, como el tejido, en su programa, como la Bauhaus, pero no hicieron verano.
Y sobre todo, lo más importante es la concepción del arte como hechura, trabajo u obra común: arte como lo que nos reúne, nos permite convivir, hacer comunidad, y tiene de reunión y de festival lo que tiene de ritual (es para honrar la vida y a la Madre Tierra, lo sagrado que nos da vida) y lo que tiene de político: reconstrucción, fortalecimiento o preservación del tejido comunitario.
La comunicación incluye una reflexión política que va de los hechos y razonamientos que los llevaron a practicar el común (la no propiedad de la tierra y el trabajo colectivo con zapatistas y no zapatistas) a los apoyos a los sectores oprimidos (todos los oprimidos, pero especialmente las víctimas, destacadamente las víctimas de los crímenes de lesa humanidad en México y sus familiares, las madres buscadoras, y víctimas de genocidio como el pueblo palestino) y la lucha por la vida en el planeta.
A diferencia de la actitud utilitaria de las organizaciones políticas convencionales (partidos y gobiernos de Estados, sobre todo) que ven al arte como insumo para hacer propaganda y campaña proselitista, los zapatistas ven el arte como importante en sí mismo: obra humana colectiva, común, que nos expresa, reúne, convoca, moviliza, agita y que nos alimenta espiritualmente.
Desde su aparición, los zapatistas han inspirado a muchos artistas y obras, pero ahora vemos que ellos también hacen poesía, bordan, tejen, pintan, rapean, hacen teatro, cantan, bailan, hacen fiesta, y también incluyen lo técnico manual en el arte, como la techné griega y como una cosmotécnica maya y zapatista. Y tienen su propia comunicación orgánica, con los Tercios Compas.
Su foro realizado del 13 al 19 de abril de este 2025 en el Caracol Jacinto Canek, comunidad de Winikton, y en el Cideci, San Cristóbal de Las Casas, convocó a muchos artistas de distintos rincones del mundo, algunos pocos con un espacio propio en los circuitos del arte, pero la mayoría completamente a contracorriente: raperos, cancioneros o roleros, poetas, pintores, escultores, grabadores, bailarines, teatristas, titiriteros, performanceros, danzantes, cuentacuentos, fotógrafos, videoastas y cineastas, muralistas y editores de libros, fanzines y revistas, artesanos, activistas y una amplia gama de hacedores de techné y de cosmotécnica: artistas en un sentido amplio, incluyente y, sobre todo, rebelde, del arte.
Sin dejar de denunciar la destrucción de la vida humana por el capitalismo, el arte y la palabra zapatista se alejan de todo chauvinismo, todo nacionalismo o xenofobia: pueden dar espacio a un gringo, y su banda de músicos mexicanos, que canta en inglés y español denunciando al imperialismo gringo; a un irlandés que canta en un ritmo jamaiquino sobre el zapatismo chiapaneco; o a un grupo mexicano de teatro que pone en escena a Don Quijote, máximo referente de la lengua castellana y genial por su humor corrosivo a irreverente.
Discutir con el zapatismo es cada vez una tarea más compleja: se necesita entender el anticapitalismo y las hipótesis de colapso (el libro de Carlos Taibo es una buena entrada), la defensa de la Madre Tierra y el arte como recurso de la vida, recurso para la vida: desde la posición liberal o populista pro capitalista no se entiende nada, pues el arte para el capitalismo y la política estatal, si no es mercancía o apoyo ideológico, no es nada.
Los zapatistas tienen un análisis estratégico que puede entrar en lo que Heidegger llamaría “pensamiento calculador” o Horkheimer “razón instrumental”, porque todo pensamiento estratégico es calculador por naturaleza, pero también tienen un pensamiento desde el corazón, desde la biofilia, lo que llamaba Heidegger una meditación, una reflexión, desde un arraigo espiritual (cultural, si la palabra “espíritu” les asusta) que tiene raíces en la tierra natal, local, pero extiende sus ramas, y sus brazos y abrazos, por todo el mundo.
Si bien el sistema produce un arte que promueve la idea de que el capitalismo es el único mundo posible: las artes rebeldes nos revelan otras percepciones y concepciones del mundo: otras vidas, otros mundos, otros cosmos. Y con ese arte que sueña nuevos futuros tal vez encuentran semillas de otro comienzo.