“Lo que necesitamos es más bien refundamentar la Ilustración, preservar la herencia del pasado sometiéndola a revisión crítica y confrontándola lúcidamente con sus consecuencias, tanto las deseables como las no deseadas. De este modo no corremos el riesgo de traicionar la Ilustración, sino todo lo contrario: al criticarla, nos mantenemos fieles a ella y ponemos en práctica sus enseñanzas.” (Tzvetan Todorov)
“Pensar la Ilustración hoy requiere reflexionar sobre el sentido que pueden tener, en el contexto actual, el universalismo, la unidad del género humano, la emancipación individual y la organización de la sociedad de acuerdo con los principios de libertad e igualdad.” (Corine Pelluchon)
Con la exigencia de presentación con vida y liberación inmediata de José Baldemar Sántiz Sántiz y Andrés Manuel Sántiz Gómez, bases de apoyo del EZLN, una izquierda ilustrada.
Actualmente, puede parecernos normal la exigencia de un clima de libertad de expresión, de pluralidad y de tolerancia, e incluso quienes se han erigido en críticos de la modernidad y la Ilustración dan por supuesto su derecho a opinar, argumentar y publicar sus pensamientos sin censura. Sin embargo, el derecho a pensar, la libertad de conciencia, el derecho a escribir, expresarse y publicar libremente es un logro precisamente de la, a veces, tan denostada Ilustración. Una de las maneras de codificar esto ética y legalmente ha sido considerar estos derechos como derechos humanos universales.
Tzvetan Todorov reconoce que no se puede definir a la Ilustración como un pensamiento nuevo, un nuevo paradigma, ya que es ante todo una época de recapitulación, de ideas que provienen desde los clásicos grecolatinos y la Edad Media hasta el Renacimiento y la Reforma. Los ilustrados lograron articular y sintetizar ideas heredadas y con ellas formar el espíritu de una época nueva, que terminará llamándose a sí misma “moderna”.
Los ilustrados fueron tanto empiristas como racionalistas, lo mismo la corriente que siguió a John Locke que la que prolongó a René Descartes. Los primeros atendieron a la experiencia como la fuente de conocimientos humanos; los segundos pusieron por encima a la razón.
“Si algo tenían en común los pensadores ilustrados era su insistencia en que apliquemos enérgicamente el estándar de la razón a la comprensión de nuestro mundo y no recurramos a generadores de engaño como la fe, el dogma, la revelación, la autoridad, el carisma, el misticismo, la adivinación, las visiones, las corazonadas o el análisis hermenéutico de los textos sagrados.” (Steven Pínker)
Los ilustrados ambicionaban un saber enciclopédico: sobre los antiguos y los modernos, sobre la naturaleza y el arte, sobre el pasado histórico y sobre el futuro, la libertad y la igualdad. La originalidad de la Ilustración, menos que en la novedad de las ideas, estaba en la nueva configuración, la articulación, la síntesis que de ellas lograron elaborar. Y no solamente integraron lo encontrado en los libros, sino lo explorado y hallado en el mundo.
Además no fue una doctrina única, un solo pensamiento y dirección, sino individuos, cabezas pensantes que incluso se enfrascaron en disputas y debates entre sí.
Por lo tanto, puede haber diferentes reconstrucciones, imágenes, ideas o perfiles de la Ilustración que destaquen algunos rasgos. E incluso, en cierto sentido, la Ilustración no ha terminado, Tzvetan Todorov mismo sigue siendo un estudioso ilustrado, y nosotros podemos serlo, si continuamos el ánimo o el espíritu crítico de ella, y la capacidad de debatir y no someternos a un pensamiento único.
La ilustración valoró más las decisiones personales, la libertad individual de pensar, como adultos, diría Emmanuel Kant, antes que aceptar la heteronomía, la sujeción a autoridad alguna: religiosa, política, moral o tradicional.
Por ello es que Emmanuel Kant la pudo resumirla en el hecho de hacernos adultos y hacernos responsables de pensar por nosotros mismos, sin dejar esa responsabilidad en alguien más. Programa que comenzó con Descartes dudando de todo y tratando de construir por sí mismo un edificio de conocimientos basados sólo en la propia razón, en el propio espíritu. Nació así la figura del librepensador como un ideal a alcanzar.
Y aquí hay una connotación profundamente política: pensar por sí mismo, ser responsable del propio pensar; tener libertad de pensamiento frente a toda autoridad es una de las semillas de la idea liberal, individualista, moderna, de libertad.
Antes, por ejemplo, la Iglesia católica tenía sobre sus súbditos la autoridad de ejercer una censura previa antes de publicar algún texto, folleto, libro. Las autorizaciones de “nihil obstat” (“ningún obstáculo” o “nada se opone” a la ortodoxia de la doctrina oficial) e “imprimatur” (“imprímase”, es decir, tiene nuestro permiso. tiene licencia de la autoridad) tenían que estar visibles para que una publicación no fuese desautorizada, clandestina, ilícita, fuera de “la ley”. Si hoy el Estado o una corporación privada se arroga el derecho a decidir qué contenidos pueden ver sus públicos o súbditos o cuáles no pueden, nos está regresando al autoritarismo medieval de las teocracias,
“Pues en la Edad Media «Europa» significaba ante todo Cristiandad. Y el Papado y el Sacro Imperio Romano confirieron a la Cristiandad toda su unidad integradora.” (David Held)
El contraste es muy fuerte, tenemos que regresar a ese momento antes de que fueran vistas como normales la las libertades de pensamiento, expresión, prensa, información, discusión, tolerancia, para aquilatar la diferencia entre el antes y el después de la Ilustración y de los derechos humanos como derechos cívicos y políticos.
Y ese clima, los ilustrados lo fueron generando por la vía de los hechos, escribiendo, publicando, debatiendo, desafiando a la censura, aunque a veces tuvieran como resultado los juicios, la prisión o el exilio.
Se creó una nueva escala de valores, donde la libertad de criticar y poner en duda estuvo por encima de la obediencia y la sumisión a la autoridad, a la Iglesia, el Estado, los dogmas o las instituciones.
Incluso Dios fue relativizado, desplazado del centro para dar lugar a un nuevo antropocentrismo en el cual se pensó a Dios desde la razón natural y se profesaron creencias como el deísmo, una creencia racionalista-naturalista en Dios, alejada de la sola fe en el Dios de la religión revelada y la tradición.
Se puede analogar esta autonomía de la razón con hacerse adulto, porque se dejó atrás la tutela de la autoridad religiosa o cualquier otra: ese es el ideal que se impulsó la Ilustración.
“Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad para servirse de su entendimiento, sin verse guiado por algún otro.” (Kant)
Para lograr esta emancipación de la mente humana que llegará a ser moderna, buena parte de las baterías críticas se enfocaron contra la institución religiosa y su dogma. Esto se fue haciendo de manera limitada, gradual, reformista, pero decidida, casi sin regresos. Porque recordemos los juicios de las inquisiciones católica contra Galileo Galilei y Giordano Bruno o la católica y la protestante contra Miguel Servet, sin olvidar las quemas de “brujas” en Europa y en las colonias inglesas en América del Norte.
Algunos pensadores, como Descartes o Spinoza, se refugiaron en Holanda, donde una libertad moderna se anticipó a la que luego se obtendría, con lucha y perseverancia, en otros países europeos.
Las críticas no iban dirigidas a las creencias o a algún creyente en particular (se quería la libertad de conciencia, la libertad de profesar las creencias que cada quien quiera), se criticaron estructuras, como la Iglesia o la monarquía.
“El castigo de los malvados se hace público para el público: las acusaciones por las que se les castiga deben ser, por tanto, públicas. No se puede mantener por más tiempo en la oscuridad lo que debe salir a plena luz. Cuando se quiere dar alguna idea de los tiranos de la antigüedad se dice que decidían arbitrariamente sobre la vida de los hombres. Los jueces de Toulouse no son tiranos, son los ministros de las leyes, juzgan en nombre de un rey justo; si se han equivocado, es porque son hombres: pueden reconocerlo y convertirse ellos mismos en vuestros abogados ante el trono.” (Voltaire)
A partir de una escisión que parcialmente había comenzado con la Reforma, surgió la idea de que el Estado no debe ser confesional. La religión debe ser un asunto privado, protegida la creencia por la libertad de conciencia, pero lo público, el Estado, debe ser laico. Comenzó un proceso lento y gradual de secularización de la sociedad. Las sangrientas guerras de religión motivaban un deseo de paz y dejar atrás esa violencia.
Los ilustrados observaron y describieron sociedades, comunidades, pueblos de distintos lugares del globo. Como los sofistas griegos, los ilustrados vieron que las costumbres varían mucho de cultura a cultura y que las europeas no son las únicas. Eso acentuó su exigencia de tolerancia en Europa.
Se leyó la religión ya no como un motor o un detonante del fuego de la intolerancia, sino como un re- ligar a los seres humanos, reunirlos en la tolerancia de la libertad de conciencia. En algunos contextos, incluso, hoy desterrar la violencia por creencias religiosas es una tarea pendiente.
La autonomía del conocimiento hace que su verdad solamente pueda ser juzgada a la luz de la razón, lo cual puede ser en la cabeza de cada uno, de quien se tome la tarea de leer, estudiar, pensar, razonar. Fuera de la razón, ningún otro tribunal puede establecer conocimientos genuinos: ni la revelación, ni la fe, ni la tradición o las costumbres.
En adelante, la fuente donde surgen las leyes son los seres humanos, pero la ilustración quiere conocerlos tal como son y no como “deberían ser”. Se aceptó que la inteligencia humana es falible y por ello la ciencia no queda jamás establecida permanentemente sino sujeta a revisión y discusión. Las fuentes aceptadas por empiristas y racionalistas, experiencia y razón, son accesibles a todos.
Dejar atrás los dogmas religiosos fue necesario para generar el clima de libertad de investigación que necesitaron las ciencias modernas: los tres ejemplos mencionados de personajes procesados por la inquisición católica y la reformada son pensadores, filósofos y científicos.
Asimismo, los ilustrados quieren llevar la ilustración a todos, su enciclopedismo no es solamente para sí mismos pues quieren divulgar, compartir las luces. La Enciclopedia como intento de compendiar saberes, ciencias, técnicas, está orientada por la convicción de que el conocimiento será un bien para todos. Colaboraron en la Enciclopedia, entre otros, Voltaire, Diderot, D´Alambert, Rousseau.
Aunado a la difusión mediante libros e impresos, lo que la imprenta aportó a la modernidad, los ilustrados apoyaron la educación en todos los niveles que fuera posible, de la instrucción elemental a los clubes y salones literarios. La escuela debe ser un espacio donde se transmitan los conocimientos y ya no un lugar para adoctrinar en una religión.
Además de la diversidad entre pueblos, países y culturas, se reconoció la singularidad de cada individuo e ingenio. Para esta singularidad, se cultivó el género literario adecuado para contarla: la novela. También la pintura buscó retratar esta singularidad individual y la ordinariedad, la imperfección.
El valor de la subjetividad humana singular, individual, fue reconocido en todos los ámbitos: de ello nacieron los derechos humanos como derechos individuales.
…“Locke da con el equilibrio contractual más adecuado a la razón de los sujetos políticos: entregamos igualdad, libertad absoluta y poder, para asegurar la autopreservación, la propiedad y ciertas libertades.” (Antonio J. Antón Fernández)
El ser humano moderno, liberal, ciudadano, comenzó a reivindicar no solamente el uso de la razón propia, sino sus derechos civiles y políticos, derechos humanos universales. Las consecuencias políticas no tardarían en emerger.
Es un proceso histórico complejo que surgió en Europa y luego en los Estados Unidos y finalmente en América Latina, se expandió el espíritu ilustrado: la reivindicación de la razón por encima de la autoridad y, con ello, el deseo de autonomía, libertades y derechos que hoy es un horizonte desde el cual criticamos todo autoritarismo, fanatismo u oscurantismo.
Incluso los más feroces críticos de la Ilustración son sus deudores, pues su crítica, sea acertada o errada, es realizada desde el clima del derecho a pensar, la libertad de creencias, el derecho la libertad de expresión que la Ilustración defendió cuando en el mundo aún las autoridades, de todo tipo, pero sobre todo monarquías y religiones, eran absolutas y no permitían réplicas
Como señala Tzvetan Todorov, probablemente la mejor manera de no traicionar a la Ilustración es seguir ejerciendo el pensamiento crítico, un pensamiento que se expresa libremente entre adultos, entre quienes confían en la razón humana.
Actualmente, autoridades religiosas, políticas, militares y empresariales de distintos lugares del mundo quieren llevarnos a un totalitarismo de control digital de la información y la expresión: altamente tecnificado, pero un mundo dictatorial donde unos pocos tendrían el derecho a censurar. La más elemental argumentación ilustrada es hoy subversiva.