Ayotzinapa: En la casa no hay navidad

Ya llevamos 99 meses sin que nuestro corazón deje de sangrar y sin que nuestros ojos se cansen de llorar. No hay descanso en nuestra vida y nuestro cuerpo ya no sabe lo que es la tranquilidad. Solo el rostro y la sonrisa de mi hijo me devuelve la energía y la esperanza para seguir adelante. El tiempo es como una cadena que me aprisiona y que me atormenta porque me hace sufrir lentamente. Mi vida solo tiene un objetivo:…